Page 173 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La Rebelión de Huánuco de 1812
                    Don Bartolomé Lastra en la quarta pregunta de la suya, tratandole á cerca
            de Antonio el Limeño, ni por incidencia menciona á Lorenso Domingo Vigo.
                    Doña Petronila Fierro en la declaracion que hace en siete de Abril si-
            lencia el nombre de Domingues, y para nada hace mencion de el.
                    En la confesion que hace en 1° de Abril don Tomas Narvarte a la pre-
            gunta tercera asegura «Que la noche del trece de Febrero estubo en la casa de
            Calamaco con Carlos Manotara: que no se trató de otra cosa, que de tomar
            chicha y hablar de mulas, ó cavallos». Y aunque se le reconviene que nombre a
            los sugetos que estubieron en la esquina sobre asaltar la Carcel, y otros asuntos
            peculiares ala sublevacion, nada declara contra mi parte.
                    Mi parte en todas las dies preguntas de su confesion nada expone por
            donde se le pueda inferir crimen, ni mescla en la Ynsurreccion; por el contra-
            rio responde con la mayor energía, y enerva su justicia, ignosencia, y lealtad;
            y tanto, que segun el espíritu dela segunda pregunta, confiesa, que teniendo
            noticia lo habian comprehendido por delinguente; desde Pasco, abandonando
            la negosiacion de sus cobransas, se encamina á presentar muy de mañana y en
            efecto luego que fue preso por Don Juan de Echevarria, como alas dies del dia
            se le presento á Vuestra Señoria.
                    Admira verdaderamente la declaracion de Cierra, que es la vara an-
            gular de esta defensa, en quanto dice, y en la ratificacion, que desde las cinco
            y media de la tarde, hasta las oraciones, y por la noche estubieron en la junta
            que hiso en la esquina de Lobo por mas de quarenta hombres; ¿cree Vuestra
            Señoria ni nadie podrá creer, que estando en la esquina de una calle publica,
            y pasagera un complot de quarenta hombres, no se hubiera asustado todo el
            barrio, todos quantos por él transitaban; que no se le diese quenta a la justicia,
            ó que al menos, en los ochenta y siete testigos que constan del Proceso, no se
            enquentra alguno que estubiese en ella, y diese razon individual, y circunstan-
            ciada de su destino? Una junta que se hace desde las cinco y media de la tarde,
            hasta las oraciones, y por la noche (que seria lo menos hasta las nueve) no es
            capaz de que se oculte; por lo mismo que en estas líneas es vista una exagera-
            cion temeraria concordante con el abultado numero de quarenta individuos,
            y discordante en todo con la esquela que escribió el propio Cierra, constante
            en copia en los Autos; me amplian lugar sobrado, para que dude de la verdad,
            y fé que merece el testigo; y mayormente quando las quatro mugeres, que se
            han mencionado, no exponen cosa ninguna por donde se dedusga, que se
            formó junta en la casa de mi parte, ¿quien podrá creer, que en una esquina



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