Page 89 - La Rebelión de Huánuco. Vol 2
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La Rebelión de Huánuco de 1812
            govierno de mi parte no causaron las terribles consequencias que pueden
            imaginarse.
                    Esto és pues el carácter, conducta y delitos de los reos Queipo y la
            Lope, quien profugó, temiendo el castigo que se le debía imponer. Pero lo que
            mas asombra es que estando pendiente en el día esta gravíssima causa en el
            Superior y justificado Tribunal de Vuestra Alteza, aspiren á quedar ímpunes,
            cometiendo el desacato de afrontarse á este respetable Tribunal bajo de una
            misma personería representada por un solo Procurador demandando uno por
            otro los bienes que se les sequestraron fijando falta de algunos que no se les
            han entregado y de ótros que jamás existieron, como si fuesen Marido y Mu-
            gér, y no unos públicos escandalosos por el ílicito tratto en que han vivido
            por muchos años. Asi tienen la audacia de presentarse descaradamente ante
            Vuestra Alteza y procurar desviar de su Superior conocimiento lo principal de
            la causa al pretexto del reintegro de unas imaginarias especies de que quieren
            hacer responsable á mi parte, infiriéndole en esto una nueba injuria que bul-
            nera su honor, y que desde áhora protexta vindicarse solicitando el castigo de
            tan iniquos impostores.
                    Le és sumamente sencible que se le intente manchar el honor con que
            nació, y que siempre há procurado mantener en la mayor pureza por medio
            de su arreglada conducta. Es bien conosido en este Reyno y aun en toda la Eu-
            ropa su distinguido origen y prosapia por los grandes distinguidos servicios
            que hizo a la Monarquia, y aún á todo el mundo su benemérito Padre el Exce-
            lentísimo Señor Don Antonio Ulloa Teniente General de los Reales Exercitos.
            También lo es la educación que le dió en los, principales colegios de la Corte
            de Madrid antes de ponerlo en el Real Servicio de Reales Guardias Españolas
            donde llegó a ser Alferes. En estos Estados, los principales caracteres que se
            imprimen á la jubentud son los del honor y de la justicia. Posehido de ellos
            mi parte jamás se ha desviado ni en un punto de la conducta que influyen,
            y há visto con órror todo lo que á ellos se les puede óponer. El interés de las
            riquezas, no ha corrompido su corazón, ni aún lo ha tocado el deceo de adqui-
            rirlos por los medios injustos y torsidos, lo que solo és propio de almas bajas
            y sin educación. Bastantes pruebas de esto ha dado en el corto tiempo de diez
            meses que fue el único que pudo aguantar en el servicio de la Subdelegación,
            donde varios sugetos Ie llebaron obsequios mui considerables de plata y oro
            que no quizo admitir, ni nunca admitió debolviendo algunos de ellos que se
            le hicieron por terceras personas quando descubrió y supo quienes eran los



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