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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            y contra Inquiltupa, su mujer y el hombre español, siendo notorio principio
            de derecho que semejantes declaraciones son absolutamente inútiles. De más
            de que aunque ella fuese recibida por vuestra señoría y bajo de juramento se
            sabe que la confesión de un reo no perjudica a otros si no está comprobada
            con testigos, pues siempre el reo propende a disculparse e imputar a otros su
            delito.
                    Con lo que Rafael Páucar dijo extrajudicialmente a tiempo de notifi-
            cársele el auto de fojas 8 se proveyó se recibiese la confesión de Cristina Que-
            cho. En éste estado se recibió la denuncia de fojas 10, y se proveyó se adelan-
            tase la sumaria. Recibida esta con dos testigos, nada más provino de ella que
            haber dicho Cristina Quecho que su marido Jacinto Inquiltupa estaba preso
            por haberle levantado falso testimonio de ser del partido del rebelde un indio,
            y que antes dicho era el que había venido a esta ciudad con veinte mulas para
            llevar víveres a Tupa Amaro. Así se pasó a la confesión de Cristina Quecho.
            En ella, preguntada si conoce a José Gabriel Tupa Amaro, si ha tenido alguna
            correspondencia con él, o si le ha escrito alguna carta él o sus alidos, o si sabe
            la haya escrito a otra persona, respondió que ni conocía a Tupa Amaro, ni le
            había escrito, ni sabía que dicho Tupa Amaro hubiese escrito a otra persona.
                    Redarguida como faltaba a la religión del juramento negado la pre-
            gunta cuando consta por la confesión del indio Páucar, habérsela entregado,
            respondió ser falso el cargo y que no había visto tal indio.
                    Repreguntada si había que alguno le haya ayudado al rebelde con víve-
            res, o si ha dicho que alguno llevaba víveres, respondió negativamente a uno y
            a otro.
                    Reconvenida cómo negaba la pregunta cuando consta de las declara-
            ciones de los testigos haber dicho ella misma que conocía al arriero que lleva-
            ba víveres al reeblde y sabía su nombre, y aún dió señas para prenderlo dijo ser
            falso el cargo.
                    En este estado se hizo careo de los testigos. De la diligencia resultó
            confesar Cristina haber dicho lo ya expuesto a los testigos y añadió sabía que
            el arriero Vicente Soto llevaba víveres al rebelde por habérselo contado un
            peón suyo.
                    Vé aquí que Cristina Quecho, ni está convencida de haber recibido la
            carta de Tupa Amaro, por lo que ya se ha dicho contra la declaración de Rafael
            Páucar, ni tampoco está confesa. Pero cuando valiera algo dicha declaración
            de Páucar ella misma la excusaría de toda culpa; pues asegura el indio que



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