Page 164 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Volumen 6
                                                         Causas criminales seguidas contra los rebeldes
            misa que mudarse. A todo esto concurrió también Bejarano. El día siguiente
            le despachamos caballos con dos mozos, y porque nos habían dado la noticia
            de que en Cailloma había tropa, marchó el corregidor a incorporarse en ella
            con el ánimo de convocar allá a toda la gente española de su provincia. Llega-
            do que fue a aquel asiento, se halló con que no solo no había tropa sino que el
            rebelde estaba inmediato, y así tuvo que coger otra ruta.
                    El día siguiente 24, viendo que el corregidor había hecho fuga se reti-
            raron todos a sus casas, y no hubo alboroto alguno hasta el 27, en que entró
            el rebelde a Velille con seis mil hombres, poco más o menos, entre indios y
            españoles. Yo, por no experimentar vejamen alguno, me ausenté también este
            día de mi curato, y de vuelta se me dió parte de que el rebelde, luego que llegó
            abrió la casa del corregidor, robó todo cuanto encontró en ella, a excepción
            de fierro, algunos fardos de ropa de la tierra, ropa de Quito, chamelotes, ceras
            y libros, y un zurrón de plata, que Bejarano hizo enterrar dos días antes; robó
            también porque los indios avisaron de él; rompió las puertas de la cárcel y
            quemó un palo grueso que estaba de firme en la plaza, y servía de rollo. A su
            llegada todos los españoles se huyeron, y solo el difunto Juan de Dios Valencia
            salió a recibirlo en compañía de dos caciques y alcaldes. Preguntó el rebelde
            por don Valeriano Bejarano, y como se le respondió que había hecho fuga,
            mandó que se le quemase su casa, se le embargasen todos sus bienes y que lo
            entregasen vivo o muerto, cuya comisión como el de justicia mayor de aquella
            provincia le confirió a Juan de Dios Valencia. Con esta sentencia la mujer de
            Bejarano tomó el arbitrio de hacer buscar a su marido y presentárselo al rebel-
            de. Así se hizo, y no obstante de que le mostró semblante áspero, mandó que
            aquel título de justicia mayor que se le había dado a Valencia se entendiese en
            Bejarano, y que este quedase al reparo de la provincia. Aceptó el cargo Bejara-
            no por no perder su vida, su casa, bienes y ganados, y por consiguiente expidió
            varias órdenes por mandado del rebelde. Mas habiéndolo yo hecho presente
            el delito grave en que incurría y el castigo que le amenazaba, determinó dejar
            aquel empleo y venirse al Cuzco a servir al rey, abandonando todo. Hallábanse
            los indios, encargados de observar los movimientos de Bejarano y de matarlo,
            o llevarlo preso a Tungasuca cosa de conocérsele alguna infidelidad. Con esto
            no se atrevía a salir un paso fuera del pueblo, y yo para haber de libertarlo de
            este peligro, fingí el día 10 de diciembre una carta, en que del Cuzco se me
            avisaba que el señor virrey de Lima había salido con seis mil hombres de tropa
            veterana, para matar al rebelde Tupa Amaro y todos sus aliados. Con esta no-



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