Page 580 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 5
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Volumen 5
                                                           La defensa del obispo Moscoso: Cargo 14º
            sus tremendas armas contra los que ligera o paliadamente han introduzido el
            criterio, pues siempre ha querido que ciegamente se obedezca a las potestades,
            y aun quando trata de los respectivos hijos de las dos espadas ha exceptuado
            constantemente el que pueda herir la tranquilidad publica la de sus pueblos y
            dominios. Con este derecho han prozedido los soberanos a ussar del que in-
            dubitablemente les corresponde; bien que su venignidad en el modo y segun
            las circunstancias, indicios o pruebas ha distinguido las personas los caracte-
            res; assi ahora pone en manos de Vuesa Señoria Ylustrisima los documentos
            referidos a fin de que haziendo los reconozcan solemnemente quienes los ex-
            crivieron, su amor al (Al margen: Ojo) soberano le dicte la oportuna provi-
            denzia capaz de subsanar lo que tan intimamente tiene gravado en su corazon,
            y creyendo Vuesa Señoria Ylustrissima curadas las heridas que ha padezido
            este cuerpo, se sirba dar cuenta de todo lo obrado al superior govierno de
            estos reynos para poderlo hazer a Su Magestad. Nuestro Señor guarde a Vuesa
            Señoria Ylustrissima muchos años. Cuzco quinze de julio de mil setezientos
            ochenta y uno.— Besa la mano de Vuesa Señoria Ylustrissima su mas atento
            servidor.— Benito de la Mata Linares Ylustrissimo Señor Don Juan Manuel
            Moscoso.


                    (Al margen: Respuesta).
                    Mui venerado señor mio. He recibido la de Usia con fecha de oy y las
            cartas de varios eclesiasticos escritas al Rebelde y sus relaziones, para que en
            vista de ellas y de las expresiones indebidas mandadas reconozer, libre contra
            ellos las providencias combenientes; he leydo algunas de estas corresponden-
            zias, y a la verdad que en todas he reconozido lo mismo, que el sano y religioso
            dictamen del señor Visitador General ha conzebido de ellas, segun me lo ha
            manifestado en varias conversaciones privadas, y es que el prinzipio de que
            han dimanado, no es otro que el de un espiritu flaco estrechado en la congoja
            y el temor en circunstanzias de verse poderoso un enemigo sangriento que
            sin excepcion de personas ni caracter decretaba crueles prisiones y muertes
            señalandose mas su seña contra el Estado por la guerra que le hazia con las
            exhortaciones, con sus caudales, con sus gentes y muchos con sus personas y
            armas, como consta de documentos irrefragables que se hallan en mi Secre-
            taria.— Nada de lo espuesto se dirije a indemnisar a los verdaderos culpados
            sobre quienes debe llevarse todo el rigor de la ley, como lo he protestado de
            palabra y por escrito muchas vezes al señor Visitador a cuyos sentimientos



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