Page 448 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 5
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Volumen 5
                                                           La defensa del obispo Moscoso: Cargo 12º
            doze mil pesos el que se socorriese el erario con cerca de treinta mil ofrecien-
            do Vuesa señoría Ylustrisima que fiaría el dinero a los que de promto no lo
            tubiesen con lo que animados no dudaron dar pruevas de su lealtad al Sobera-
            no, y deseos de complacer a Vuesa señoría Ylustrisima.— A la tercera pregun-
            ta digo, que para mi, y según lo que obserbé en la provincia de Tinta en cuia
            jurisdición esta cituada la doctrina de Pichigua de que fui Cura Coadjutor,
            logrando algún tiempo ser subdito de Vuesa señoría Ylustrisima el unico y
            total principio y origen de haverse determinado Tupa Amaro a levantarse y
            ahorcar a Don Antonio Arriaga, fue el genio de este desdichado cavallero. No
            es posible Señor Ylustrisimo exponer el grado de desesperación a que habian
            llegado aquellos provincianos, con sus violencias, palos, azotes, carceles, obra-
            ges, empellones, atropellamientos, seberas conminaciones eran su lenguaje y
            el de sus cobradores esto lo sabia mui bien Tupa Amaro y lo experimentó en si
            mismo, halló disposicion en los yndios y mestizos obstilisados de este trata-
            miento y emprehendió libertarse de la amenaza de horca que le hizo dicho
            corregidor, si en un breve termino que le puso no le pagaba la deuda de su
            repartimiento y otras que le habian encomendado de esta ciudad de Lima,
            esto es publico y notorio. A mi me consta la violenta conducta de dicho Don
            Antonio Arriaga; soy testigo de los comflictos y opresiones en que se veian los
            miserables havitantes de Pichigua, quando llegaba alli este corregidor, o qual-
            quiera de sus cobradores; pero que mucho si ni aun los curas y eclesiasticos de
            aquella provincia estaban libres de sus furias? Bien a mi costa las experimenté
            yo arrastrado de su orden, arrestado y recluso varios dias sin mas amparo que
            el del Cielo y hecho el trofeo de la havitual enagenacion en que lo tenia cons-
            tituido su desordenada, sin que bastasen a contenerlo las repetidas ordenes de
            este Superior Govierno, que noticioso de los atentados cometidos contra mi
            libró providencia para que el mismo Corregidor pena de estrañamiento pusie-
            se con un par de grillos a su cobrador Don Francisco Sisneros en la misma
            carcel en que me havia encerrado de su orden.— Todo el Reino está persuadi-
            do, y no se engaña a lo menos la mas sana parte de él de haver sido Vuesa se-
            ñoria Ylustrisima uno de sus principales libertadores, y el mas constante de-
            fensor de los derechos del Soberano. Yo asi lo conosco, asi lo he oydo a
            personas indiferentes y de critica y asi lo depondre siempre que sea necesario
            porque me constan los afanes de Vuesa Señoria Ylustrisima, sus gastos, sus
            oficios, sus cartas pastorales asi a los curas, como a todos sus subditos, y espe-
            cialmente a los cabezas de la revelion, que no se puede leer ninguna de ellas



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