Page 378 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 5
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Volumen 5
                                                           La defensa del obispo Moscoso: Cargo 11º
            fue muy difisil) a los que iban a Carabaya donde se hallava el Yndio a noticiar-
            le el indulto o perdon que por un efecto de piedad concedio el excelentísimo
            señor Virrey don Augustin de Jauregui a instancia de vuesa señoria ylustrisi-
            ma y a nombre de nuestro soberano que siempre se gloria derramar piedades
            por su real persona y sus ministros. Hasta que con estos y otros medios se
            consiguio que el Yndio se redujese a venir a Siquani donde vuesa señoria ylus-
            trisima en nombre del Rey le tenia afianzado el perdon, el que de facto se
            efectuo. Para esto emprendio vuesa señoria ylustrisima la afanosa, incomoda
            y costosa ida a Siquani, donde a su vista rendido Diego consiguio el perdon
            lograndolo después los pueblos amotinados que benian unos despues de otros
            a influxo de la persuacion de vuesa señoria ylustrisima y de otros ministros
            eclesiásticos a quienes tenia encomendado asunto tan importante quando por
            la reincidencia del referido Diego Christoval dio este merito para que lo sen-
            tenciasen a muerte lo asistí yo hasta el cadalso y haviendole dicho que vuesa
            señoria ylustrisima me havia dado facultad para aplacarle indulgencia plena-
            ria y otras gracias, me respondio con la mayor insolencia: No me hable usted
            Padre de ese Obispo que por él me veo en este estado pues sino me hubiera
            engañado con su fingido indulto nunca me hubiera entregado y oi me biera
            mandando. Lo mismo me repitio varias vezes y en la Plaza el dia de su suplicio
            lo reproduxo, de suerte que me fue preciso exforsarme mas de lo que podia mi
            tibieza para distraherle este pensamiento y hacerlo entrar en otros útiles y
            necesarios para su salvacion.— ¿Quien a vista de esto no confesará que se le
            debe a vuesa señoria ylustrisima sino en el todo en grandísima parte la pasifi-
            cacion de este reino? Solo a quien despues de despedasarle la embidia el cora-
            zon, le ciega la razon aun para no poder ver la verdad? La que se halla en todo
            lo que llevo dicho notoria, pero para hacerla mas como tengo dicho arriba, no
            solo lo bocifero, escribo y juro in verbo sacerdotis tacto pectore ser cierto todo
            lo que llevo dicho, sino me llena de complacencia el verlo impreso por un
            erudito hijo de esa capital de Lima quien asi se explica en una juiciosa pieza
            fluya hablando de vuesa señoria ylustrisima sobre la utilidad con que promue-
            he el bien publico, dice pues: La de todo este bastisimo reino es oy deudora a
            vuesa señoria ylustrisima de la pasificacion que ya goza y en que han tenido
            tanta parte sus prudentes arbitrios, sus magnificas profuciones, sus excursio-
            nes laboriosas y sus singulares exemplos. La presura del correo no me da tiem-
            po a mas, que pedir a nuestro Señor guarde la importantisima vida de vuesa
            señoría ylustrisima por muchos y dilatados años para consuelo de su grey que



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