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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            el Doctor Don Antonio de Valdez, sirvió de triaca su presencia, y quedó amor-
            tiguada la sierpe que eso indica el vocablo de Amaro. Y solo assi podré evitar
            el peligro en que me ví, y de otros sacerdotes, que podia correr. De aquí nació
            la algasara embustera de la plebe aduladora otro que a Erodes quando los Re-
            yes Magos de suerte que despues de las oraciones, ya me vi rodeado de tres-
            cientos y mas indios con sus armas, y sus atambores que a no aver diferencia-
            do su trage, y ganado el sagrado de la morada de mi lector el Doctor Don
            Antonio Valdez, quien con su sagasidad y modo, compuso el alboroto, Supli-
            cándole al enunciado Diego, sin duda miserablemente huviera perecido a lan-
            zadas, Palazos; y cuchilladas, pues hasta el amanecer del día siguiente estuve
            custodiado de catarse sentinelas sin poderlo remediar. El caso es tan público,
            y Notorio, no solo en Azángaro, y sus contornos sin en este campamento de
            Villque, y sus inmediaciones, de que podran informar, no solo mis compañe-
            ros sino, otros sacerdotes que se hallaron presentes. Con lo que con Tupa
            Amaro, y el alboroto de la gente premerite vuesa merced, como estaría, y en
            que grado de angustias, ni hallaría colocado, gloria a Dios que se hallaron au-
            sentes Mariano Tupa Amaro y Andrés Noguera bulgaramente llamado el fla-
            gelum Dei que quisá entonces huviera estado peor el motín. Aseguro que Vue-
            sa merced que los que tiernamente me favorecian tubieron a mal mi ida por
            esperar cada cual su ruina dijéronme que no les hablase pues pudiera desgra-
            ciarlos, y finalmente me desampararon, y cumpliose en mi a la letra, lo que el
            Sagrado evangelista dijo del señor en el huerto: Relicto eo fugeraunt omnes,
            mas Dios, que es el verdadero amigo en todo evento sin atender a mis grandes
            delitos puso los medios para escaparme, y pude decir cómo el apostol: et sie
            evasi, manuse ejus, in nómine domini. Y aunque con mil sosobras llegue a
            Juliaca mi destino guiado de la obediencia; y Dios me protegió por haver cum-
            plido el superior orden de mi prelado, y hallé la Jente reducible, aunque no
            toda, y no pudieron cubrir la fragua de mi lealtad a mi Monarcha Soberano, y
            obedecimiento a mi Prelado un dia Domingo les hise entender Publicamente
            el indulto general despachado por el Excelentísimo Señor Virrey Don Agustín
            de Jauregui, y les interpreté en el idioma general indio, las dos cartas pastora-
            les que me entregó, mi Prelado, con este fin, y no gustoso con lo practicado, yo
            mismo vine conduciendo mi gente a este Real Campamento de Villque sin
            mas fin que sugetar a la Real Corona y alcansarles el perdón, donde manifesté
            a Vuesa Merced, como también al señor comandante de la Tropa Don Fernan-
            do Pielago Calderón el pliego del indulto, y segunda ves, bolviles a exortar, y



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