Page 670 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen  4
                                                                      Conclusión de la rebelión
                    Certifico, en virtud de la carta antecedente, como es cierto que hallán-
            dome en las inmediaciones del pueblo de Allabi, con el destino de pasar a la ciu-
            dad del Cuzco con cien cargas de tabacos de mi cargo, tube noticia por el Señor
            Doctor Don Pablo López, Cura y Vicario de la Doctrina de Tambillo, las inco-
            modidades que el destacamento que conduce los reos para la ciudad de Lima,
            estaba experimentando por falta de mulas y providencias en el lugar nombra-
            do los Altos de San Martín. Con cuyo aviso, concibiendo los graves perjuicios
            que se seguía al cumplimiento de las órdenes del Excelentísimo Señor Virrey,
            a los intereses de la Real Hacienda y a las fatales consecuencias que por su mal
            intemperie resultaría en la tropa y reos, tomé la determinación de dejar las di-
            chas cargas de tabacos con la custodia de mis criados, y pasé con cien mulas a
            sacar dichos indibiduos del referido lugar, contemplando ser esta providencia
            del superior agrado de mis jefes, mayormente cuando por la práctica que me
            asiste, aseguro que es el dicho lugar el mas incómodo de esta carrera, así por lo
            frígido de su temperamento, y habiendo llegado a las cinco de la tarde a dicho
            lugar, los hallé sin ninguna providencia de mulas, y que las pocas que tenían,
            cansadas; y con muy pocos bastimentos para la tropa, con los indios muertos y
            con varios enfermos entre la tropa y reos, por la mora de cuatro días en dicho
            lugar. Al día siguiente apronté mis mulas y las pocas que tenían para disponer la
            marcha; y habiéndome participado el señor Comandante que al amanecer habia
            hecho fuga un reo, por descuido de los centinelas, mandé al instante montar a
            caballo ocho criados míos, y que reconociesen lo áspero y fragoso de todas las
            quebradas y cerros inmediatos, y atendiendo a la necesidad tan urgente que pedí
            el sacarlos del expresado lugar, porque seguramente sería más demorándose en
            él; determinó el Señor Comandante dar la comisión a un Alcalde que se hallaba
            presente de la jurisdicción de Castro Virreyna, para inspeccionarse nuevamente
            dichos caminos y cerros, hasta conseguir la seguridad de dicho reo, ofreciendo
            de su peculio veinte y cinco pesos de gratificación para él y toda su gente. Y
            con esta disposisión los puse, a las cinco de la tarde, en el curato nombrado el
            Tambillo, en el que sin pérdida de tiempo y de acuerdo con el Señor Vicario,
            a quien se le comunicó la expresada fuga, se dispuso saliesen inmediatamente
            dos españoles prácticos con varios mozos en seguimiento y averiguación de di-
            cho reo. Con cuyas activas y eficaces diligencias, no dudo, se consiga el fin de
            asegurar dicho reo, certificando así mismo que todo lo que llevaba expuesto lo
            ha originado el abandono y descuido que han tenido los Thenientes y Alcaldes
            de la provincia de Castro Virreyna, por no haber puesto las providencias



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