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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
Puquín vio como a las cinco de la tarde que entre las mulas del acompañamien-
to del señor Obispo de aquella ciudad (que pasaba en la misma sazón a echar
la absolución general a la tropa y gente particular que se hallaba allí) venía un
indio con una porción de alfalfa envuelta en su quipe y que habiéndole dado al
declarante visos de sospecha desde el instante en que le vio le siguio con la vista
porque formó recelo de que tal vez fuese espía pues que el día anterior se había
dicho publicamente que tenía correspondencia el Rebelde en el Cuzco y que le
enviaban varias cosas de obsequio y reparando ultimamente que el indio cami-
naba con mucha serenidad via recta a los rebeldes, le dijo a su compañero Pedro
Ludeña que le cuidara su caballo mientras iba a alcanzar al mencionado indio
que le había aumentado la sospecha; que en efecto habiendo marchado por una
quebrada oculta le salió al encuentro al indio por un paso que no esperaba y
viéndose sorprendido por el declarante que le echó mano inmediatamente al
quipe o atado que traía a la espalda, soltó éste el indio y huyó precipitadamenle
que en el instante registró en el mismo sitio el declarante el atado en el qué halló
dos cajitas de dulce envueltas en la alfalfa y dentro de ellas pegadas a la tapa y cu-
biertas con un papel de palote de muchachos de escuela las dos cartas originales
que presenta con cuatro marcas e señales cada una puestas en los cantos de lo
escrito que en el acto de estar registrando dicho envoltorio llegó su compañero
Ludeña a preguntarle qué había hallado y habiéndole respondido que dos cartas
le contestó el otro que era preciso llevarlas a manifestar al cuartel de la compañía
pero que el declarante no quiso manifestar a su compañero el contenido de estos
dos papeles que al día siguiente ocho del mismo mes al tiempo que iba a la com-
pañía a entregar estas cartas oyo decir en la calle que en el Hospital de los Natu-
rales había varios cuerpos que habían muerto de heridas aquella noche de cuyas
resultas movido de curiosidad entró a ver si había algún conocido y entre los di-
funtos halló y conoció a su compañero Ludeña con señales de que había sufrido
muerte violenta pues que tenía la cara muy hinchada y morada; que este suceso
le sorprendió al declarante tanto que no se atrevió a entregar por entonces las
cartas porque le constaba que su compañero se había retirado bueno y sin lesión
alguna del cerro de Puquin a su casa y que esta desgracia la atribuyó a que tal vez
le conoció el indio fugitivo y dio parte a las personas de quien había recibido las
cartas que conducía pues se paró de cierta altura no distante a mirarlos; que este
es el motivo porque las ha detenido hasta hoy pero más que todo le acobardó la
voz que se divulgó por toda la ciudad de que era de la parte del rebelde Don Juan
Manuel Campero y como en aquella sazón tenía mando temió el declarante que
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