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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            conversaciones que la dicha (Micaela Bastidas) tenía con el declarante y otros
            presos, se dejaba conocer que la pretensión del Rebelde era a reinar, qué para
            poderlo hacer sin embarazo, había de recoger a todos los europeos, y los había
            de poner en el Colegio de la Compañía, a donde debían estar hasta su muerte;
            y que esto es lo mismo que sabe y puede decir; y en la verdad del juramento
            que tiene fecho, en que se afirmó y ratificó. Y dijo ser de edad cuarenta años;
            firmólo con Su Señoría; de que doy’ fe.- (Rúbrica de Mata Linares). Manuel
            José de San Roque.- Manuel Espinarete López.
                    DECLARACION DE MANUEL GALLEGUILLOS.- Inmediatamen-
            te compareció ante Su Señoría Manuel Galleguillos, del cual tomó y recibió
            juramento, por Dios Nuestro Señor y una señal de cruz; y habiéndolo hecho,
            según derecho, y prometido decir verdad, siendo preguntado al tenor del auto
            cabeza de proceso, dijo: Que luego que lo llevaron a su presencia preso, supo
            que (Micaela) expidió autos fuertes, convocando gente, con pena de la vida
            para la expedición del Pueblo de Pilpinto, a dónde salió (ella) personalmente,
            comandándola, hasta el obraje de Pumacanche; de allí se resolvió con la gente.
            Que las órdenes de esta mujer eran más fuertes que las de su marido; de modo
            que sus deseos eran pasar a todos los españoles a sangre y fuego. Que le oía
            que le decía a su marido, que si se quedaban algunos de los españoles con vida,
            les mandaban muchos trabajos. Que a los españoles les decía que no pasasen
            a las banderas del Rey, porque luego los pasaban por las armas, como habían
            hecho con los que pasaban; y que esto mismo les decía a los indios con otros
            mil ardides, que cada punto discurría para aterrorizarlos.
                    Que cuando le traían algunas noticias de que algunos de las tropas
            del Rey habían muerto, se alegraba mucho; y que al que le traía estas noticias
            le daba plata y ropa. Que a los indios les aconsejaba que se hiciesen fuertes,
            y que aunque muriesen algunos, el provecho que les seguía era para ellos y
            para sus hijos; y que con título de perdón, querían los (españoles) del Cuzco,
            cogerlos, y metiéndolos en la plaza grande, los pasarían a sangre y fuego, sin
            que ninguno quedase. Que notificaba a los indios, que siendo ella y su marido
            vencidos, que los entrasen a los españoles, hombres y mujeres y sacerdotes en
            una vivienda, y que pegasen fuego.
                    Que conocía más rebeldía en ella que en su marido; más arrogancia y
            más soberbia, de modo que se hizo más temible que su marido. Y que esta es la
            verdad de lo que lleva declarado y lo que sabe, bajo juramento que fecho tiene;
            en que se afirmó y ratificó. Leída esta declaración, dijo: no tener que añadir, ni



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