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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
Corregidor entró al cuarto del declarante Felipe Bermúdez diciendo que estuvo
junto a la horca predicando Don Ildefonso Bejarano, ayudante de cura y que el
sermón se reducía a que mirasen en que había parado aquel mal hombre por
haber perdido el respeto a los sacerdotes y al señor Obispo, sabe el declarante
que esto fue cierto y constante, Que cuando el declarante se entró a esta ciudad
lo llevó Don Joaquín Valcárcel a casa del señor Obispo y en una conversación
dijo al declarante que mirase la providencia de Dios que los palos de la iglesia
caída de Pampamarca habían servido para hacer horca para Arriaga por haber
dado contra sacerdotes. Que no tiene otra cosa que añadir y es la verdad so car-
go del juramento que hecho tiene en que se afianzó y ratificó siéndole leída esta
su declaración dijo ser de edad mayor de cuarenta años y la firmó. Mata. Juan de
Figueroa.
(Al margen: Declaración de La Madrid).
En la ciudad del Cuzco en veinte y cuatro días del mes de mayo de mil
setecientos ochenta y tres, compareció Don Bernardo La Madrid de quien recibí
juramento que hizo por Dios Nuestro Señor y una señal de cruz, según dere-
cho so cargo del cual ofreció decir verdad en lo que supiere y fuere preguntado
y siéndolo en el punto en que le cita la declaración antecedente de Figueroa
acerca de que sólo dijo a Don Gabriel de Ugarte el día que vino de embajador
que dicho Figueroa venía de nuestra parte contestó ser cierto habérselo dicho a
Don Gabriel porque éste le preguntó de Figueroa recelándose de él y diciendo
que era un zaramullo, a lo que le dijo no era así, que no había que recelar de
él y que después sólo conto esto mismo a Don Isidro Guisasola; y preguntado
sobre el contenido del auto que va por cabeza dijo, haberle referido Mariano de
la Banda, escribiente del Rebelde que José Gabriel Tupa Amaro había recibido
una carta del Cuzco en la que le decían bajase con seis mil indios a esta ciudad
que con ellos era suficiente para tomarla y que ínterin bajaba estaban los veci-
nos de ella y gente alistada disfrutando el sueldo del Rey, pero cuando se hiciese
presente todos se pasarían a sus banderas, pero no le dijo de quien era. Que
todos los días recibía propios de esta ciudad del Cuzco de donde le comunica-
ban lo mismo que aquí se hacía y las disposiciones que se tomaban, y de cómo
el Corregidor de Abancay había hecho retroceder de su provincia a todos los
que fugitivos se iban para Lima. Que la mulata Candelaria, criada del difunto
corregidor Arriaga le refirió al declarante haber estado en Tungasuca el sobrino
del canónigo Frías tres veces, y que en la una de ellas las cartas que le entregó el
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