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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
(Al margen: Auto).
En la ciudad del Cuzco en trece días del mes de mayo de mil setecientos
ochenta y tres el señor Don Benito de la Mata Linares del Consejo de Su Majes-
tad, su Oidor de la Real Audiencia de Lima, Juez Comisionado por el Excelentí-
simo Señor Virrey de estos reinos para la formación de las causas de Diego Tupa
Amaro y demás cómplices y entender en los asuntos pertenecientes a la quietud
de estas provincias y particularmente comisionado por el señor Don Jorge Es-
cobedo, Visitador General de todos los tribunales del reino y Superintendente
General de Real Hacienda para averiguar el origen y autores de las conmociones
sucedidas en estas provincias y si en ellas ha podido tener influjo el Ilustrísimo
Obispo de esta ciudad Don Juan Manuel Moscoso, procediendo con la delica-
dez y pulso que exige este asunto por todas sus circunstancias, atendiendo al
mismo tiempo a combinar el mejor servicio del Rey dijo, que con las precaucio-
nes correspondientes y valiéndose de aquellos sujetos de ciencia y conciencia de
quienes además del juramento se puede fiar por su hombría de bien, guardarán
secreto como parescan a declarar lo que supiesen de cierta ciencia o de indicio
relativo a los que pudieron fomentar las perversas ideas del rebelde José Gabriel
y su familia, especificando con claridad los sujetos y demás que conduzca ac-
tuando por mí y ante mí atenta la gravedad de la materia. Así lo proveyó, mandó
y firmó. Benito de la Mata Linares.
(Al margen: Declaración de Figueroa).
Inmediatamente compareció Don Juan Antonio Figueroa, español eu-
ropeo, quien bajo del juramento que hizo de decir verdad en lo que supiese y
fuese preguntado, siéndolo al tenor del auto expresó que el año de mil setecien-
tos setenta y cuatro, pasó a los andes de la provincia de Quispicanche por supe-
rior orden a reconocer un venero de oro que se suponía había en aquel lugar y
habiendo ido en compañía de Don Gabriel Ugarte en una conversación dijo al
declarante que a su hermano Don Antonio Ugarte le habían ofrecido unos ca-
ciques veinte mil indios de guerra con el fin de que se coronase, se indispuso el
declarante con esta expresión y de vuelta de la expedición se apeo el declarante
en casa del cura ínter de Marcapata el Doctor Travitazu y habiéndose ofrecido
conversación del engreimiento de Don Gabriel de Ugarte dijo el declarante al
cura es tan engreído y falaz que tuvo atrevimiento a decirme que a su hermano
Don Antonio le habían ofrecido los indios caciques veinte mil indios de guerra
para coronarse, y el cura Travitazu dijo riéndose, a que dijo algo más y
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