Page 622 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
preguntando el declarante qué dijo, respondió el cura, dijo que si llegaba a coro-
narse había de pasar a cuchillo a todos los europeos y el declarante dijo a esta sa-
zón a los presentes, caballeros ustedes sean testigos, estos fueron el capellán del
declarante Fray Gregorio Santa Cruz del orden de Predicadores, Don Domingo
Cuell y Don José Azcona. Cuando el declarante estuvo cautivo en poder del Re-
belde le indujo a que enviase de embajador a Don Bernardo La Madrid con el fin
de libertarle del cautiverio y que diese razón del estado y fuerzas de Tupa Amaro
para que tomasen los señores jefes las providencias que correspondían y al par-
tirse La Madrid del campo del rebelde, le dijo el declarante, diga vuestra merced
a los nuestros lo que hay y que yo voy con el manejo de la artillería, dándole a
entender que no tuviesen miedo a ella, y al tercer día llegó un indio del Cuzco al
campo del Rebelde diciendo que era un indio de las monjas de Santa Clara y que
venía a avisar a Tupa Amaro que el embajador Don Bernardo La Madrid había
dicho que el chapetón artillero venía con ánimo de hacer traición al Inca, que lo
matasen. Esto fué público en el campo del rebelde, el declarante pudo huirse y al
punto que vio a La Madrid le hizo cargo cómo había andado tan fácil en descu-
brir un asunto que casi le había costado la vida y La Madrid le respondió, amigo
bastante me ha pesado, pero aseguro a vuestra merced que sólo a Don Gabriel
Ugarte le avisé el ánimo en que usted estaba de hacer traición a Tupa Amaro.
Que cuando entró Diego Tupa Amaro al perdón, dijo un oficial al declarante en
el pueblo de Sicuani que Don Gaspar Ugarte había estado una noche hasta bien
tarde en casa de Diego Tupa Amaro, que no se acuerda cómo se llama el oficial y
sólo de vista lo conocía. Sabe el declarante que por dos ocasiones escribió el re-
belde José Gabriel cartas a los Ugartes, que tuvo noticia las habían manifestado a
la Junta. Que cuando el Rebelde prendió al corregidor de Tinta Don Antonio de
Arriaga fue preso también el declarante y todos los mestizos y el mismo rebelde
decía que lo habían de echar de la provincia al corregidor, y que esperaban del
Cuzco la determinación de lo que habían de hacer del corregidor y de todos los
presos. Esperaron desde el día domingo o sábado•a las ocho de la noche hasta
el jueves siguiente en cuyo día entró al cuarto del declarante a las nueve del día
Felipe Bermúdez diciendo ya llegó la sentencia de horca para mi amo el señor
Arriaga, y aunque el declarante le preguntó que quién la había pronunciado
no quiso responder. Que la mujer del declarante en varias ocasiones que salia
al patio oyo decir y el mismo declarante lo sabía por voz de los que hablaban
que los propios que llegaban allí eran enviados del Obispo del Cuzco, no sabe
el declarante si esto era cierto o fingido. Que cuando el Traidor ahorcó a dicho
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