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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
de la naturaleza; ya al ver destrozada su amable grei, profanado el santuario,
abolidos los santos estatutos de su doctrina, que en repetidos rescriptos, visitas
y pastorales servian de pauta para la eclesiástica disciplina de esos fieles, y la
religion introducida en mas de dos siglos y medio en estado de proscripcion;
ya al considerar el poco fruto que rinde á su benefactor la mayor parte de ese
cuerpo, que independientemente de la relación de súbdito, debe tener la de re-
conocimiento. ¿Pero, en qué region no abunda esta progenie ingrata, estas duras
cervices é incircuncisos corazones? ¿A qué profeta ó pastor no han herido estas
fieras, que cuanto mas beneficiadas corresponden con el tósigo de su maledi-
cencia. Así son, porque así lo han debido á sus mayores, y así será, porque es
hereditaria su malicia y resistencia á los consejos del Espíritu Santo. Para tejer,
Venerable é Ilmo. Hermano, un catálogo de estos hechos, que tambien produce
este fragoso é inculto pais, que preparó Dios por calvario, y por lo que aflige el
ánimo de su memoria, ciñéndome á los sucesos mas notables, y confesando que
todos no han llegado á los umbrales de los ominosos que han costeado los pa-
decimientos de V.S.I., le significaré el estado á que estuvo reducida esta diócesis,
los cuidados, afanes y desosiegos que me trajo, y el fruto de estos en la situacion
que hoy tienen las cosas, otros tantos que pueden suscribirse á las anecdotas de
la terrible revolucion de nuestro continente.
Hallábase este obispado, cuando llegué á él, agobiado como todo el resto
de las provincias del reino, por los gravosos repartimientos de los corregidores;
y sino movido de los sucesos de Pacajes y otras partes, á lo menos dispuesto
con estos ejemplos, segun se experimentó en las de Chumbivilcas con la trágica
muerte que dieron á su corregidor, D. Gerónimo Zugasti, y en la de Urubamba,
en que aun palpitaba el reciente alzamiento contra D. Pedro Leesdal, de cuya
resulta murió mi antecesor. Pedia el reino un freno que contuviese á estos am-
biciosos, á quienes no arredraban ni las repetidas cédulas de S. M. á favor de los
naturales, ni los despachos en los tribunales para sugetarse a las tarifas. Salió de
madre el lluvion de la codicia de aquellos, valiéndose del privilegio del ministe-
rio para enriquecer á costa de la sangre de tantos infelices vasallos, y de la misma
corona que hemos visto fluctuar: y considerando que los párrocos podian estar
tocados de aquel contagio, (que es un mal el de la ambición fácil de contraerse
por el ejemplo), entré visitando mi diócesis, y expurgándola de las heces que,
bajo el renombre de costumbre, envolvian visos de opresion en algunos entables
de las doctrinas. Redújelas á mejor instituto: establecí reglamentos de equidad,
alivié á los que se sentian recargados de derechos y contuve á los párrocos en
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