Page 536 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
P. 536
Volumen 4
Conclusión de la rebelión
se bajaron con gran presteza, y asi es el mayor engaño conducir esta gente para
semejantes destinos.
Dia 5 marchó el ejercito a acampar a la hacienda de Santiago de Taca en
la quebrada de Lambate, cuyo camino de tres leguas es bajada y angostos sen-
deros. Este paraje por ser de buenos pastos, maizales y aguadas se señaló para la
reunión de las tropas de Sicasica al mando del Capitan de Saboya, Terri, con la
división de indios de Chuquimia y la de Transibia.
Luego caminó el ejercito y se destinó tropa para que con la bandera
blanca de perdon se aproximase a un trozo de indios que estaban a una legua
de distancia sobre un Alto, y en su consecuencia despacharon un emisario para
aceptar el perdon y se les respondió que compareciesen todos a obtenerle en
forma al dia siguiente.
A distancia de media legua en una loma quebrada y profunda se divi-
saron como 300 rebeldes con sus mulas sueltas. Se les puso bandera blanca y a
poco rato llegó un soldado en su mula con el muslo roto siendo uno de los 16
que se echaron de menos por que con el sebo del pillaje se adelantaron (sin tener
orden ninguna para ello) y se encontraron con dichos rebeldes, los que les quita-
ron los mulas ensilladas y tres fusiles. Al poco rato vino un rebelde conduciendo
las mulas ensilladas y los tres fusiles que habian quitado a los nuestros, y solicitó
el perdon para él y los demas que se les otorgó, previniendole de que pasase a
verse con sus compañeros y que viniesen todos los demas; pero en esto ocurrió
la noche y no vinieron.
Dia 6 no se movió el campo y por haber llovido mucho no vinieron los
indios. Fueron remitidos los que de Yungas venian en la Coluna con cartas de
perdon a aquellos pueblos mandados por el Cacique de Chulamaní don Dioni-
sia Mamani, que iba encargado de traer a todos los indios yungueños al perdon
y pacificación.
Sabiendo el Comandante Arias que los soldados que se habian adelanta-
do el dia antes, eran de su cuerpo hizo que todos compareciesen y puestos en su
presencia, los 16 los quintó para correrles baquetas; y estando para practicarse
en debido castigo a tan enorme delito, mandó con su ayudante el Sor. Segurola
un recado suplicandole perdonase por esta vez a los reos, a lo que condescendió
el Sor. Arias. El herido queda de bastante cuidado por tener todo el hueso del
muslo roto, y es de la compañia de Peña.
Los rebeldes comparecieron en la citada loma todo el día sin hacer de-
mostración alguna, lo que visto por el Comandante Segurola, despacho a un
535