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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
             indios con sus hijos y 30 indios con cargas de viveres a cuestas y se les otorgó
             el perdon, y permanecieron con todo lo demas como ocho cuadras de nuestro
             campo y que no han venido los demas por que recelan del perdón.
                    Por parte de los oficiales de la Paz se ha tenido a mal el que el Coman-
             dante Arias hubiese ofrecido por la citada carta el perdon a los rebeldes, ha-
             ciendo pública crítica de ello, por lo que el capitan Indacochea de nuestra colu-
             na tuvo sus voces con el Ayudante Mayor de Campo de la Paz, defendiendo o
             apoyando la determinación tan acertada de la dicha carta; pues los paseños no
             solamente vociferaban en la Paz que debian exterminarse todos los habitantes
             de Collana, si no tambien todos los inmediatos a la dicha ciudad, revestidos sin
             duda de un odio implacable, o tal vez de codicia considerando que con la total
             ruina de dichos indios podian extender y hacerse dueños de los fertilisimos pai-
             ses, lo que no lograrán respecto a que ya han comenzado a rendirse los rebeldes.
             En efecto vinieron 20 indios y 24 mujeres, viudas, casadas, y solteras a pedir
             perdon que les fue concedido.
                    El 2 se mantuvo el campo esperando los emisarios que fueron a ofrecer
             el perdon que no llegaron, y solo comparecieron 5 indios y un cholo.
                    Día 3 se levantó el campo y se formó hoy en Cusi o Altos de Lurata. La
             marcha fue por unos caminos de mucha aspereza de bajadas, subidas, empina-
             das y desfiladeros. Llegaron los emisarios que fueron con la oferta del perdon,
             diciendo que no respondían los indios por falta de amanuense y que se pon-
             drian en camino a la comparecencia.
                    Dia 4 se puso marcha el ejercito y despues de 5 leguas de camino aspe-
             risimo y peligroso por la falda del cerro nevado en que tambien habia aspera
             montaña, siendo preciso que los indios fuesen por delante con picos y barretas
             a allanar algunos pasos intransitables, acampamos frente de Araca en una lade-
             ra nombrada Terrones muy pendiente en que se sufrió mucha incomodidad, y
             los equipajes llegaron a la media noche; y algunos que los custodiaban arriba-
             ron por la montaña, aunque con pérdida de lo que traian los soldados en sus
             maletas que sin duda lo robaron los mismos indios de Chucuito y Zepita que
             acompañan el ejercito, gente la mas inutil y ociosa que se podia conducir, pues
             solo sirven y han servido para comer, incendiar y robar las estancias por donde
             se transitaba y no para otra cosa, pues en el cerro nevado Ilimaní cuando perse-
             guimos en su falda a los rebeldes, se le mandó a dichos indios que subiesen por
             la derecha a cortarles a los rebeldes el paso. Ellos emprendieron la subida; pero
             cuando nos vieron empeñados en seguir a los enemigos, en lugar de ir adelante



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