Page 522 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
por hallarse a mas distancia, y por exigir que bolviese al campo la noche que se
acercaba.
Emplee quatro dias en la marcha, agregando a los expuestos contratiem-
pos el de no haver hallado una persona fidedigna que me guiase en ella; de que
resultó que el Destacamento que embie a Colili no llegó al tiempo acordado con
el de Achacache, bien que no resultó de esta azar ningun perjuicio, porque Ca-
tari reunio todas sus fuerzas en Quillina, dexando en aquel algun corto numero
de observacion.
El dia 4 del presente salí del campo de Anchipampa, asegurandome to-
dos que el de Catari distaba solo tres leguas; pero despues de haver marchado
quatro, verifiqué que me restaba legua y media de una bajada sumamente pe-
nosa. Determiné en estas circunstancias campar en el Alto de Cachupampa, y
poniendome al frente de 800 hombres, descendí la escabrosa cuesta expresada,
llegando a la falda del Monte de Quillina como a las dos y media de la tarde,
donde en el instante temiendo que me faltase dia, mande que la tropa desmon-
tase, y que atacase el cerro a viva fuerza. Los Rebeldes comenzaron a tocar cla-
rines, caxas y Pututos, animandolos Catari segun averigue después por muchas
declaraciones, con las ventajas que concebian de la elevacion, y escarpado del
Monte, y con la vana esperanza de que sus galgas imposibilitarian nuestra su-
bida pero fue tan al contrario que en menos de media hora llegó la Vanguardia
a su cumbre, y que en pocos minutos después el resto de las quatro divisiones
que le atacaron dando fin de quantos le guarnecian ya por el fuego de fusil, o ya
despenados, o prisioneros; de manera que ha sido raro al que ha quedado para
contar el suceso. Catari quedó muerto, cuya cabeza he dispuesto se exponga en
la Plaza del pueblo de Achacache porque tuvo la osadia de atacar el Destaca-
mento de aquel Quartel formado de las tropas del Regimiento de Sabaya por
tres veces. Entre los prisioneros se hallaron algunos Coroneles que he hecho
pasar por las armas; y en el Monte muchos cavallos, mulas, ganados de todas es-
pecies, aves comestibles, y otras prevenciones que enuncian la gente numerosa
que lo ocupaba, de que se aprovechó la tropa, con la que me puse en marcha al
citado campo llegando a él al anochecer. Allí me detuve quatro dias, recogiendo
en todos ellos muchos prisioneros ya por los yndios de los pueblos reducidos
que se atrevieron a esta empresa al abrigo de la coluna y tambien por la tropa
de ella. Y aunque proyecté mantenerme en aquel terreno mucho tiempo con el
objeto de cimentar bien la fidelidad de sus pueblos y ayllos contiguos, me obli-
gó una nevada de dos dias continuados a encaminarme a este temperamento,
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