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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
             dixo: Quedense Vms. Caballeros que será honra suya; y el segundo Comandan-
             te dixo al primero en voz alta: Marchemos, que con mi gente es suficiente, y no
             es necesario el que esos vengan; y al mismo tiempo añadió que se havia de hacer
             consejo de Guerra asi para castigar la insolencia del sargento, con la de los sol-
             dados que ciertamente se tumultuaron. Pero disimulandose en aquel acto este
             gravisimo delito, se emprendió la marcha para el destino a las dos de la tarde,
             que siguieron los referidos Blanquillos y demas Provincianos que componian
             mas de 300 hombres, y la coluna de Arequipa de 800 entre Infantes y Cavalleria,
             estando las calles y el camino a la salida de la ciudad sobre un quarto de legua
             lleno de gente de todos sexos mirandonos con semblantes melancolicos y con
             algunas lágrimas porque contemplaban fuesemos las victimas de los yndios Co-
             llanas que tan temibles y como invencibles los consideraban en la Paz. A las 5 de
             la tarde llegamos a la hacienda nombrado Calacoto distante dos leguas de la ciu-
             dad, donde acampo todo el Exercito: Incontinente se presentaron los Rebeldes
             a la vista por la parte del Alto de las Animas, y aquella noche se mantuvieron en
             diferentes puestos, haciendo candeladas con alguna proximidad, y con mucho
             griteria. Dispararon algunos tiros de fusil, y las balas atravesaban por elevacion
             nuestro campo.
                    Dia 19 se mantuvo el campamento en dicho Calacoto para la reunión de
             los indios de Chucuito. No hubo en todo este dia griteria de los rebeldes, y por
             la noche la continuaron con candeladas y tiros que no causaron perjuicio.
                    El dia 20 se levantó y se puso en marcha el ejercito con dirección a to-
             mar el Alto de las Animas que ocupaban los rebeldes resueltos a defenderlo, a
             distancia de una legua de Calacoto en los Altos de Obejuyo se presentaron en
             batalla con 3.000 indios, los 500 con algunos fusiles sobre un Alto dominante
             al camino, y paso preciso de una quebrada, y los demas al frente y resguardo
             de una gran trinchera que habianse labrado de piedra seca cuya latitud sería de
             800 varas una y media de ancho, y dos y media de alto con un rebaje en la tierra
             firme en forma de foso que abrazaba todos los caminos, pasos y senderos para
             subir a los altos de las Animas.
                    Desde que repararon en marcha nuestro ejercito, aumentaron la grite-
             ria acompañada de cornetas, tambores, tiro de fusil y camaretas provocando al
             combate. Diose principio a él a la una y media de tarde; y para desalojar el Alto
             que ocupaban los 500 indios referidos (no obstante el vivo fuego de fusil que
             hacian y piedras de hondas) se montó un pedrero en otro Alto, paralelo a aquel,
             con cuyo uso ametralla y fuego de fusil desampararon aquel terreno superior, y



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