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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
nuestro campo, y en dicha bajada hay porcion de corralones y un principio. En
este parage hicieron emboscadas los yndios de este pueblo perdonados ya dos
veces. Estos picaros nos hicieron su acometida a pedradas, y los arrieros dejaron
las cargas sin poderlas defender, aunque se hicieron bastantes esfuerzos. En esta
confusion murieron 7 de los nuestros y quedaron 11 heridos. Cargaron los tray-
dores con todos los equipajes asi nuestros como de los soldados. Yo fui el mas
bien parado que salve la cama; pero me llevaron baules, petaca, toldo, &a.
El 30 del dicho sabado Santo amanecieron todos los cerros llenos de yn-
dios con gran griteria y a las 3 de la tarde nos cercaron. Nos pusimos en armas
a defender las vidas y acometimos estos quatro hombres un ejercito de 10 a 11
mil yndios por declaracion de un yndio que prendimos. Parece peligra la ver-
dad, tres horas tuvimos de combate cercados por los quatro costados y con esta
poca gente mal disciplinada matamos 400 y heridos muchisimos. Un pedrero
que tenemos hizo destrozos. El Domingo de Pasqua se armaron de mas gente
que les llegó de Larecaxa y Carabaya y a las dos de la tarde volvió la griteria;
Diciendonos tantos oprobios y acometiendonos con una furia increible; pero
logramos el derrotar esta canalla con una pérdida grandisima en ellos de modo
que viendo nuestra constancia y los extragos que experimentaban, presentaron
vandera blanca pidiendo perdon a gritos. En este estado se trató de la paz, que
ojala no se hubiera tratado pues ya creimos dar con todos ellos en tierra. Nues-
tro Capellan pasó a tratar con el Coronel de ellos que se puso como una quadra
de distancia a nosotros: se les dijo serían perdonados de los excesos cometidos
siempre que entregasen las armas, no trayendo a consideración lo que nos ha-
bian robado porque juzgabamos lograr mejor ocasión. Dijo este rebelde habla-
ría con sus compañeros Pedro Vilca Apaza y Carlos Tupac Catari principales
cabezas que por la mañana se asentarian los tratados de paz. En aquella noche
se retiraron arreando todo el ganado y los robos hechos. Los yndios de este
lado nos hicieron otra emboscada en las angosturas del camino, de modo que
estabamos metidos en un calabozo de cerros y quebradas. Viendo el cirujano
Villanueva el suceso del viernes, el alboroto, confusion, descamino de cargas,
tomo de oficio propio un caballo y partió aquella misma noche para Azangaro
en solicitud del Sor. Inspector para que nos auxiliase al qual no se encontró
por estar en Santa Rosa. Pero Fernando Guamanvilca inmediatamente recogio
cerca de 300 hombres y llegaron a auxiliarnos aunque ya estabamos libres. A
dicho Villanueva y a un soldado que fue con él quisieron matar unos yndios en
el mismo Azangaro, y Guamanvilca los prendió y quiso ahorcar pero el mismo
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