Page 310 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 4
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Volumen 4
Conclusión de la rebelión
servicio; y careciendo los que componian el ejercicio de mi mando del auxilio
de veteranos para su manejo, sin darles tiempo aun para que yo los revisase
por lo mucho que urgía la salida apenas llegaron cuando emprendimos la
marcha, no para hacer con el un regular servicio de plaza en tiempo de paz,
sino para hacer la guerra en paises asperos y de climas regidísimos a unos
enemigos que siempre ocupan puestos ventajosos, y con los que por ser muy
inclinados a sorpresas, se necesita en quien ha de guerrear con ellos indecible
vigilancia.
Una de las principales disposiciones previas a la apertura de una cam-
paña, es el disponer de copiosos almacenes de viveres colocados en parajes
desde donde esten en proporción de poderse comodamente trasportar en
seguimiento suyo o remitirselos segun se vayan consiguiendo. Fue tanto el
descuido que en esta parte se tuvo, que aunque habia dispuesto el Intendente
de ejercito que lo es el señor Visitador General que se diese biscocho a los Co-
mandantes de las columnas y se destinasen algunos borregos que la siguiesen,
siendo estas las unicas probisiones de boca que se destinaron, fueron tan tibias
las providencias que ya al salir de la ciudad empezaron a faltar. Buen testigo
de ésto es el Coronel don Gabriel de Avilez que salió el último en 10 de marzo
con 300 hombres que componian el cuerpo de reserva; y acampado en San
Sebastian a una legua de la ciudad ya no tuvo otro auxilio aquella noche que
el biscocho que llevaban; y al dia siguiente que acampó en los altos de Caira
distante 15 leguas de la ciudad, tuvo que quitar violentamente y pagar de su
dinero una res mayor de una hacienda inmediata perteneciente a los padres
mercedarios para alimentar su tropa.
El dia 12 habiendose incorporado con mi columna y estando solo a
7 leguas de aquí, fue necesario que enviase yo partidas a traer reces para que
comiesen ambas tropas y solo logre siete que para 2,760 hombres de que cons-
taban se infiere claramente a cuan poco les tocaría.
En el resto de la campaña, si comió carne la tropa fue porque le quité
a los rebeldes y la economia de los Ministros de Hacienda pretendió descon-
tarles el valor de ella, como si ellos se las hubieran franqueado.
A los 10 dias de mi salida estando el ejercito en Pucacasa, que dista de
esta ciudad 12 leguas faltó la carne, biscochos y otros viveres por tres dias; y
aun la necesidad me obligo a ejercer de Intendente dando providencias para
buscar algunos carneros los que encargue al Cura de Pirque, no pude enviar-
los hasta pasado dicho tiempo; y aun que para remediar su ambre distribuí en
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