Page 402 - La Revelión de Tupac Amaru II - Vol. III
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Volumen 3
Inicio de la rebelión
de su impiedad: he determinado sacudir este insoportable peso y contener el
mal gobierno, que experimentamos de los jefes que componen estos cuerpos,
por cuyo motivo murió en público cadalzo el Corregidor de esta Provincia
de Tinta, a cuya defensa vinieron a ella de la ciudad del Cuzco, porción de
chapetones arrastrando a mis amados criollos, quienes pagaron su audacia
con sus vidas. Sólo siento de los paisanos criollos, a quienes nunca ha sido
mi ánimo se les siga, ningún perjuicio, sino que vivamos como hermanos y
congregados en un cuerpo, para cuyo efecto, hago saber a todos los referidos
paisanos; y si elijen este dictamen no se les seguirá perjuicio alguno, ni en vida
ni en hacienda; pero sí despreciando esta mi determinación y advertencia, hi-
cieren al contrario, experimentarán su ruina, convirtiendo mi mansedumbre
en seña y furor, reduciendo a esa ciudad en ceniza, y como se decirlo, tengo
fuerzas para hacerlo, pues están a mi disposición sesenta mil indios; y de otras
provincias que se me han ofrecido y los tengo a mi orden, y asi no tengan en
poco esta mi advertencia, que es nacida de mi amor y clemencia. Los señores
sacerdotes tendrán el debido aprecio a sus estados y del propio modo las re-
ligiones y monasterios, siendo mi único objeto cortar de raíz el mal gobierno
de tanto ladrón, zángano, que nos roban la miel de nuestros panales. En breve
me desengañaré de vuestras intenciones y reconoceré el dictamen que eligen,
premiando a los leales y castigando a los rebeldes, que conoceréis vuestro
beneficio y después no aleguéis ignorancia. Es cuanto puedo deciros. Tun-
gasuca y noviembre veinte de mil setecientos ochenta.— Don José Gabriel
Tupa Amaro Inca.—
(Al margen: Carta de la Junta)
Ilustrísimo Señor.— Impuesta esta Junta del oficio de Vuestra Señoría
Ilustrísima de veinte y siete del presente mes, a que acompaña un edicto di-
rigido por el rebelde Tupa Amaro a la provincia de Chumbivilcas, las cartas
circulares que escribió a cinco curas de la misma, y la que el Doctor Don
Carlos Rodríguez, Cura de Yanaoca, pone a Vuestra Señoría Ilustrísima en
lienzo, que se retiene para que pase a manos del Excelentísimo Señor Virrey,
porque se juzga preciso y las demás se vuelven originales; ha acordado repetir
a Vuestra Señoría Ilustrísima las gracias que merece su conocido celo, en la
adquisición de noticias que sirven de gobierno en las presentes circunstancias
y que puede Vuestra Señoría Ilustrísima, siendo servido, mandar a dicho Cura
de Yanaoca, no pase a fijar el cedulón de excomunión contra dicho rebelde,
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