Page 644 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
La verdad desnuda
Vuestra Señoría se cerciore de su mérito y de mi verdad, previne a mi apode-
rado se le hiciese patente a Vuestra Señoría antes de entregarlo».
«Si Vuestra Señoría me hace el honor de examinar los autos hallará
que esta Curia Eclesiástica ha atropellado y pisado la respetable Autoridad
Real, y que yo en obsequio del Soberano he defendido, con el mayor tesón sus
sagrados derechos. Esperando de la notoria justificación de Vuestra Señoría
que, sólo con su visita, despreciará como imposturas falsas cuantos capítulos
se hayan hecho y se hagan contra mi por el Ilustrísimo Obispo de esta Santa
Iglesia, y sus vicegerentes que se hallan conspirados a mi ruina, por considerar-
me europeo y buen servidor del Rey, y no presentarán comprobantes verídicos
de lo contrario».
«Nuestro Señor guarde a Vuestra Señoría muchos años.-Cuzco y Ju-
lio 22 de 1780.- Besa la mano de Vuestra Señoría su más atento rendido ser-
vidor.-Antonio de Arriaga.- Señor Visitador General Don José Antonio de
Areche».
Apéndice X
«Excelentísimo Señor.-Muy Señor mío de mi mayor veneración.-
Empeñado por mi solicitud Pastoral a favor de las iglesias parroquiales de esta
Diócesis, me ví en la precisión de librar algunas provincias circulares, dirigi-
das a los Curas a fin de que me instruyesen éstos el estado en que se hallaban
las fábricas y posesiones; con otros puntos imprescindibles de la obligación en
que se hallan los párrocos con respecto a los templos de sus cargos, y al buen
gobierno espiritual de sus feligreses, cuyos padrones mandé también que se
me previniesen; siendo esta diligencia muy conveniente aun para satisfacer a
las reales órdenes que Su Majestad ha expedido, a fin de que los Corregidores
auxiliados de los Curas puntualicen el número de vecinos que tenga cada pueblo».
«Este auto que dirigí a la Diócesis, antes de haber entrado en ella, fué
obedecido, como debía serlo, por todos los Curas, así de aquellos que pude
visitar de tránsito para esta Capital como de los restantes, cuyas Doctrinas
todavía no he reconocido por el corto tiempo de mi residencia en esta Ciu-
dad, cuya Catedral, parroquiales, monasterios y hospitales me tienen ocupado
en visita, adecuando mis fuerzas a las fatigas que cuesta un acto tan laborio-
so, y que no se había repetido desde muchos años antes de mi promoción».
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