Page 431 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
Ilustrísima, aún en igual competencia parece que, con mayor heroicidad y
energía, se llevan las palmas y laureles; porque los que hacen correr veloces
las ruedas del carro triunfal de Vuestra Señoría Ilustrísima no son ciervos,
elefantes y leones, sino tres amorosos pelícanos, tres mansas palomas, y al que
éstos guía o gobierna es un corazón alado de fuego, o con alas de fuego, como
quieren los Setenta, y por corona este lema: amor meus pondus meum, vivos
símbolos del amor y caridad, con que Vuestra Señoría Ilustrísima dió avance
a los endurecidos y obstinados Rebelados. Y aquel, en grado más heroico,
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se lleva la ventaja, quien triunfa de su enemigo sin perderlo, lo rinde sin aca-
barlo, que es prueba de pecho más generoso y noble; porque con esta ilustre
hazaña queda el contendor desarmado de sus venganzas, desecho de sus ren-
cores, y abatido de su propia humildad y rendimiento. Así lo practicó Vuestra
Señoría Ilustrísima, pues marchó al campo del Rebelde y sus seducidas tropas,
a bregar con ellos vencedor; no a fuego y sangre, no a pólvora y balas, no a
consumirlos sino a preservarlos con el perdón del indulto general impetrado,
siendo sus mayores agentes y comandantes generales, en toda esta palestra, su
amor y caridad, según testifican las innegables pruebas que parecen en este
corto recinto de mi informe conferencial.
Asiento, pues, por final conclusión de que Vuestra Señoría Ilustrísima
es el quien se ha llevado la ventaja, en grado más heroico, entre tantos glo-
riosos y triunfantes atletas, que ha fecundado benigna la amorosa América,
siendo sus pruebas los triunfos que Vuestra Señoría Ilustrísima ha consegui-
do, según lo decanta el tiempo con sus experiencias. Pues han quedado los
principales traidores y toda su dilatada comarca, con esta noble e ilustre ac-
ción de Vuestra Señoría Ilustrísima, rendidos con reconocimiento, vencidos
con agradecimiento, y reducidos con humildad, y un total vasallaje a la más
Augusta, Sacra y Real Majestad de España.
Restitúyase, pues, Vuestra Señoría Ilustrísima a su amada Diócesis, a
su apreciado Perú, al regazo de su inconsolable grey, glorioso y triunfante con
el honor y aplauso más sobresaliente, no luciendo su propio interés ni buscan-
do encarecimientos; pues lejos está Vuestra Señoría Ilustrísima de apetecer
tales fines; porque todo el connato y desvelo de su afable corazón, siempre ha
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243. Por auto mandó Su Ilustrísima que en la Santa Iglesia Catedral y en todas las demás, sin excepción, después de la misa mayor, la
cual se decía, patente la Augusta Majestad Sacramentada, se dijesen las letanías mayores. Y estando corriendo esta diligencia con Dios,
se facilitó el perdón (el Indulto General), y con esto se allanó todo hasta ahora. [nota del autor]
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