Page 220 - La Rebelión de Tupac Amaru Vol 1
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Volumen 1
Relación de la fundación de la Real Audiencia del Cuzco en 1788
insigne Politica que los que habian de obtener aquellos remotisimos gobier-
nos, se educasen en la Corte a presencia del Principe; que este fuese el Maestro
en la ciencia del gobierno. Viendose favorecidos de la mano misma que los
podia castigar, la besaban, la amaban, la estimaban. Si habia ingratitud, queda-
ba por lo menos el temor, y los Proceres de las Provincias distantes, rezelaban
levantar sediciones contra un Principe que les tenia en deposito y en rehenes
en sus Hijos y Allegados, las prendas que mas estima la naturaleza.
Uno de los mayores escollos de los vastos Imperios, (decia un sabio
Político) es el que la administracion publica esté obligada a pasar por muchos
canales. Es un arbol de ramas mui extensas; y el jugo se seca antes de llegar
desde el tronco a las ramas. Es imposible velar sobre todas las Provincias: es
preciso valerse de muchos agentes intermedios; y en estos la primera ley es el
interes personal. El Principe no puede ver sino por estos ojos, ni obrar sino
por este ministerio. No conoce sus Pueblos, su situacion, sus nenecesidades,
sino como se le quiere hazer que las conosca. Tampoco los Pueblos conocen al
Soberano, sino por las vexaciones que se exercen a su nombre. Es pues irrepre-
hensible Política la de los Monarcas Peruanos, que remedia con lo que hemos
expresado los mas de los inconvenientes de la mucha amplitud.
A esta hermosura y variedad de habitantes añadia el Cuzco, la de sus
edüicios publicas tan admirables, la de sus muchos Templos y Adoratorios: la
necesidad de que sus Soberanos fuesen coronados en aquella Ciudad para ser
reconocidos legitimos Monarcas del Imperio: la pompa con que se celebran
estas Fiestas: y la inmensa riqueza que contenia en su recinto. Todo el oro, pla-
ta y piedras preciosas, las producciones raras de la naturaleza, la abundancia
de frutos de su vasta dominacion, las telas finas que se texian, y quanto tenia
de noble, marabilloso, exquisito y precioso aquel Imperio, era precisamente
llevado al Cuzco. Este era el deposito general de toda la grandeza. Se veian
llenas sus calles de diestros Artifices que trabajaban sin cesar en oro y en pla-
ta. No era permitido que de la Ciudad saliese el oro ó la plata que una vez
entraban en ella. Asi era un profundo golfo, que siempre devoraba, y jamas
vomitaba las
riquezas.
Efectos eran de esta abundancia esas pompas jamas vistas en otros Im-
perios con que eran celebrados los nacimientos de los Herederos presuntivos
de la Monarquia. Esa cadena de oro con que se celebró el de Guascar, hara
siempre ruido en toda la posteridad. Esa promesa que hizo este infeliz Joven
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