Page 312 - José de la Riva Aguero - Vol-2
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Volumen 2
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                    La Constitucion exije que el Poder Ejecutivo preste juramento de obe-
            decerla, y el criminal Fuente, habiendolo hecho al ejercer ese poder, ha ma-
            niobrado con la mayor impudencia para destruirla. El soberano Congreso no
            puede ignorar el cúmulo de intrigas con que en todas las provincias ha procu-
            rado sembrar la anarquía é incitar á la sedicion contra la carta y honorables re-
            presentantes de la Nacion, ya difamandolos, ya presentando la lei fundamental
            como inadaptable é incapaz de rejir. Comprueban esta verdad los periódicos
            asalariados por el gobierno, si este nombre puede darse al que se apodera del
            mando con el puñal en la mano, y si es posible confundir los libélos infama-
            torios, especialmente el titulado el Eventual, con los escritos y periódicos de
            las naciones civlizadas. En una palabra: la guia, que parece haber adoptado el
            gobierno del Perú, ha sido la marcha arbitraria anárquica é insustancial del
            tirano de Colombia. Vease el estado á que ésta se halla reducida, y medítese el
            que se le prepara al Perú, si continuase por mas tiempo la tiranía que sostiene
            la impunidad de la mas horrible é inicua traicion.
                    El Perú, Señor, al sacudir el yugo de España no preveía que sufriria un
            dia otro, mas ignominioso y rídiculo. Menos podia haberse figurado, que en
            un gobierno popular representativo quedasen las instituciones al arbitrio de
            un tumultuario, que, revistiendose de la primera majistratura, se sobrepuise-
            se á la representacion nacional é hiciese ilusoria la independencia y libertad.
            Esos mismos pueblos hoi escandalizados, confundidos y absortos, deplorando
            su lamentable situacion, vuelven sus ojos al Congreso para que los redima
            del despotismo, y no cesan de pedirme que vuele al Perú para ayudarlos en la
            empresa de sacudirse de la tiranía.
                    Nada de esto es estraño cuando palpan la ausencia de las garantias
            sociales que les concede la Constitucion, y que en su lugar ven, que sin prévio
            juicio se destierra á los ciudadanos, se persigue, calumnia é insulta al patrio-
            tismo, y en fin la guerra que se hace á la carta y á los derechos del hombre.
            Es igualmente notorio, que las elecciones de los colejios electorales han sido
            sofocadas ó violentadas escandalosamente, llegando hasta el exceso de hacer
            anular actas porque en ellas era elejido yo. Mi delito, Señor, no ha sido otro,
            que haberme opuesto á que Bolivar esclavizase al Perú; y si este es crimen, ó
            hai alguno otro que se me atribuya, ¿porqué no se me juzga, como lo tengo
            solictiado? ¿Existen por ventura leyes, existe nacion, donde un traidor oscuro
            y miserable basta para sobreponerse á cuanto hai de mas sagrado en la socie-
            dad?



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