Page 9 - Mensaje a la Nación 28 de julio\1993-1995\PLO-1993-34F
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Con la prerrogativa que me da el ser Presidente de la República, visito a veces algunos
               Conventos  de  Clausura,  invitado  por  las  monjitas;  es  una  de  las  experiencias  más
               extraordinarias que he tenido: Poder conversar con religiosas, que están retiradas de la
               vida  mundana,  pero  que  sin  embargo  se  sienten  preocupadas  por  los  destinos
               nacionales.

               En los Conventos de Clausura, me han confesado que rezan, en todos los Conventos de
               nuestro país, porque todo salga bien, porque el Perú logre superar la crisis, detrás, qué
               duda  cabe  de  expresiones  auténticas,  porque  surgen  de  un  ambiente  donde  no
               prospera la pasión, la envidia, el egoísmo, el rencor y el revanchismo electoral y las
               inclinaciones partidarias.


               Igual cosa encuentro en las pequeñas parroquias, con los curitas de barrio, contagiados
               de la buena fe y voluntad del pueblo, cuya voz, es la voz de Dios.


               Esos curitas, que también ponen su granito de arena para la Pacificación, con trabajos
               sociales  admirables,  que  no  esperan  ser  recogidos  por  la  televisión,  ellos  son  pura
               modestia y humildad.


               En poco más de un año, el que fue uno de los países más violentos; el más violento de
               la Región, poco a poco, empieza a convertirse en un país estable y seguro.


               Hoy somos un país ordenado, que empieza a concitar la admiración y  el respeto de
               ciudadanos de otros países, que tienen también problemas similares.


               Hemos pasado en tres años, del aislamiento internacional a una posición expectante, no
               solo en Latinoamérica, sino en el Mundo.

               Antes  el  valor  que  para  el  inversionista  tenían  los  recursos  mineros,  hidrobiológicos,
               agroindustriales,  turísticos,  de  un  país  tan  rico  como  el  Perú,  era  perder;  puesto  que
               invertir aquí era una locura; hoy ya no lo es.


               Conservar  esta  posición,  ganada  con  el  sacrificio  de  millones  de  peruanos,  que
               aceptaron  conscientemente  un  severísimo  Programa  Económico,  es  un  imperativo
               moral,  aquí  tenemos  que  establecer  una  frontera  muy  clara,  entre  lo  obsoleto  y  lo
               moderno. Siempre se habló de un conjunto de reformas indispensables para hacer del
               país, un país moderno, y viable.

               Esas Reformas no pueden ser fruto solamente de elucubraciones teorizantes, sino de un
               contacto con la realidad del Perú y del Mundo de hoy, no se trate pues de pensar el
               problema o de desear la solución, se trata de hacer, de modificar la realidad.

               En tres años se ha aplicado un conjunto de Reformas que no tienen otro objetivo que el
               de sentar las bases de una Sociedad nueva, una Sociedad democrática en lo social y en
               lo económico, porque nuestra meta es desterrar privilegios de todo tipo, e instaurar la
               eficiencia  y  la  sana  competitividad,  porque  en  suma,  queremos  oportunidades  para
               todos.

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