Page 6 - Mensaje a la Nación 28 de julio\1993-1995\PLO-1993-34F
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—Se guarda un minuto de silencio.

               El  señor  PRESIDENTE  DE  LA  REPÚBLICA  DEL  PERÚ,  ingeniero  Alberto  Fujimori
               Fujimori.—  Han  pasado  dieciséis  meses  desde  el  día  en  que  bajo  mi  total
               responsabilidad adopté una decisión de características excepcionales para corregir las
               peligrosas deficiencias y vacíos de nuestro sistema político y así poder hacer frente a los
               graves problemas del país.

               Mi presentación ante esta ilustre asamblea es un reencuentro con el verdadero sistema
               democrático que respeto y motivo para dirigirme al país entero con el objeto de dar
               cuenta de lo realizado desde entonces y establecer un necesario contraste entre el Perú
               que encontramos y el que empieza a construirse con el esfuerzo de todos los peruanos.

               Aquel  día,  el  5  de  abril  de  1992,  me  enfrenté  a  una  disyuntiva:  o  el  Perú  seguía
               caminando aceleradamente hacia el abismo de la anarquía y el caos empujado por el
               terrorismo y la pasividad del aparato estatal o yo me jugaba entero para dotar al Estado
               de los instrumentos indispensables para acabar con esta amenaza. No fue una decisión
               fácil como podrán imaginarse y presentía el tipo de ataques del iba a ser objeto.


               Mirando  hacia  atrás  con  objetividad  se  podrá  comprender  que  ningún  programa
               económico por más coherente que fuese, por más que contara con el sacrificado aporte
               del  pueblo,  hubiera  podido  aplicarse  con  éxito  sin  el  requisito  de  la  pacificación
               nacional. Con la violencia y el terror enquistados en el acontecer cotidiano se ahondaba
               la crisis económica y con ella la miseria. Era el camino irremediable hacia el colapso
               nacional.

               En términos económicos hacíamos lo correcto. No había otra salida. Pero aquello que
               pacientemente  seguíamos  en  el  día,  por  las  noches  lo  destruían  inmisericorde  el
               terrorismo. El aislamiento que quisimos vencer con la reinserción del Perú en el seno de
               la  comunidad  financiera  internacional  se  perpetuaba  porque  ningún  capital  ni
               inversionista extranjero se atrevía a venir a un país donde no había la mínima seguridad
               para  sus  inversiones  y  aún  su  vida.  El  turismo,  segunda  fuente  de  divisas  del  país,
               languidecía porque el Perú era mal recomendado en los países desarrollados.

               A  pesar  de  la  voluntad  de  los  empresarios  y  de  los  trabajadores  de  responder  con
               señales  claras  de  confianza  a  las  señales  también  transparente  del  gobierno,  el
               amedrentamiento que sufrían por parte del terrorismo les hacía vacilar. Así muchos se
               fueron del Perú por un tiempo hasta que pase el temporal.


               Antes del 5 de Abril, el Estado y sus instituciones a pesar de haber sido medianamente
               reformado y modernizado, continuaba desprestigiándose al mostrarse impotente para
               acabar con la ola criminal del terrorismo.


               Hasta antes del 5 de Abril había pues, un Gobierno Nacional y una fuerza criminal que
               lo retaba en un cada vez más evidente equilibrio de poder armado, que no podíamos
               permitir. Es en este contexto en el que el anterior Poder Judicial fue incapaz de aplicar la
               justicia  a  los  criminales  terroristas,  éstos  tras  procesos  judiciales  que  era  una  burla,
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