Page 26 - Rumbo al Bicentenario Nº 6, Año 2 - mayo 2019
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Muchos peruanos ocupan altos puestos en las principales ciudades del vecino Virreinato. Por ejemplo, el
            Intendente interino de la Paz en 1809 era el moqueguano Tadeo Fernández Dávila, y Obispo de Córdova del
            Tucumán lo fue entre 1787 y 1804 el arequipeño Ángel Mariano Moscoso.

            El común de los habitantes posee un dinamismo paralelo a los órganos de gobierno. Tenemos la presencia
            de individuos completamente integrados al Estado español y con sus derechos plenamente reconocidos. Un
            maestro talabartero firmaba contratos con las autoridades y producía material conforme a la legalidad
            subyacente en el compromiso. Un miliciano criollo, y aún mestizo, conocía sus derechos y hacía valer las
            ordenanzas y leyes dictadas a su favor, durante los años del conflicto acudió al llamado del estado español
            con entusiasmo y buena disposición. Esto significa que estaba plenamente consciente de que su esfuerzo
            sería reconocido por la sociedad a la cual defendía, por lo general sabía escribir y leer con lo cual había dado
            un gran paso en el proceso de reconocimiento esperado desde esa posición subalterna pero esencial para
            consolidar el poder central.

            La población indígena no gozaba de esos privilegios. En una primera etapa, entre 1809 y 1813, la tropa
            española la conformaban individuos enrolados en los batallones de milicianos de los pueblos y ciudades del
            sur del Perú. Pero cuando los militares llegados de la Península, con Pezuela a la cabeza, toman el control
            del Ejército Real del Alto Perú, es que la presencia indígena se hace notar entre las tropas de primera línea.
         Vicisit udes de la sociedad c olonial sur peruana en vísper as de la independencia
            Las levas son necesarias para dotar del contingente humano a los regimientos ya conformados cuyas bajas
            son altas vistos los permanentes enfrentamientos contra los insurgentes. Las batallas libradas contra las
            fuerzas de Buenos Aires son bien conocidas, pero innumerables pérdidas humanas ocurren producto de la
            guerra de guerrillas, escaramuzas y golpes de mano que se presentan en los territorios alto peruanos
            dominados por los insurgentes.

            Estos soldados indios no tienen las prerrogativas de los militares criollos. Por ejemplo, no tienen derecho a
            un montepío o a recibir algún tipo de apoyo económico o social en caso de quedar inválidos; peor aún, si la
            muerte los sorprendía en acción de guerra los familiares no obtenían compensación alguna.


            Las contribuciones permanentes unidas a mayores exigencias en los tributos e impuestos hicieron que la
            población cargara con el mayor peso económico del esfuerzo militar.

            Principalmente el Cuzco proveía al Ejército Real de excelentes tropas reconocidas por sus comandantes
            españoles y con mayor razón por sus adversarios. La caballería la conformaban escuadrones originarios de
            las provincias de Chumbivilcas y  Condesuyos.

            La ciudad de Arequipa fue el centro logístico de tales fuerzas; de allí salían los uniformes con que se vestían
            los soldados, los morriones, sillas de montar para la caballería, botas, lanzas. Pero también galletas, charqui
            y granos para su manutención. La caballada pastaba en su campiña. Por los puertos arequipeños ingresaron
            armas para el ejército hispano y cosa curiosa el comercio no se vio interrumpido por la presencia de buques
            patriotas.

            Mientras se pudo, se envió fuerzas y suministros a otras provincias, incluso a algunas tan lejanas como Chile
            y cuando se pierde este Reino (1818) aún se envían auxilios al archipiélago de Chiloé que estuvo en poder de
            los realistas hasta enero de 1826.


            La derrota de Ayacucho causa la desaparición de las fuerzas españolas del territorio sur peruano, en
            especial de sus autoritarios mandos militares, y desde aquel momento se dio pase a una nueva etapa en el
            desarrollo de estas provincias que retomaron su autonomía regional bajo los auspicios de la República.



            REFERENCIAS
          |   Archivo Arzobispal de Arequipa
            Archivo de la Municipalidad de Arequipa
         25  Archivo Regional de Arequipa
            Archivo Regional del Cusco
            Archivo Regional de Puno
            Archivo Histórico de la Paz – Universidad Mayor de San Andrés
            Archivo Histórico de la Casa Nacional de la Moneda - Potosí
            Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia - Sucre
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