Page 24 - Rumbo al Bicentenario Nº 6, Año 2 - mayo 2019
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VICISITUDES DE L A SO CIEDAD
C OLONIAL SUR PERUANA EN
VÍSPERAS DE L A INDEPENDENCIA
Guido Riveros Taco
Vicisit udes de la sociedad c olonial sur peruana en vísper as de la independencia
Plaza de Armas de Arequipa siglo XIX. Al fondo la Iglesia de la Compañía. Imagen: Arequipa la antigua blogspot.
La derrota realista en la batalla de Ayacucho, diciembre de 1824, dio por terminado tres lustros de esfuerzo
y sacrificio de la población sur peruana en defensa del pabellón real. Desde 1809, y ante el surgimiento de las
juntas de gobierno, las intendencias de Arequipa, Cuzco y Puno se comprometieron con la causa del Rey y
contribuyeron con armas, víveres, dinero y tropas a tal fin. Lo que empezó como una posibilidad de alcanzar
méritos y prestigio ante la corona española, basada en la idea de una corta y exitosa campaña militar como
la de 1781, con el tiempo se volvió en una interminable y cruel guerra que en el trayecto consumía
patrimonio, vidas, dinero y salud de los vecinos. Algunas voces y pronunciamientos discordantes con el
sistema fueron pronta y ferozmente acalladas, el régimen se fortaleció con el uso excesivo de la violencia y
el autoritarismo.
Un territorio amplísimo que desde tiempos inmemoriales tuvo una integración propia, que unía el sur
peruano con el Alto Perú, continuó con esta relación durante toda la época colonial. Aspectos sociales,
políticos y económicos favorecían esta continuidad de intereses. Ambos virreinatos, del Perú y del Rio de la
Plata, convivían estrechamente, las fronteras políticas no impidieron el intercambio económico y social
establecido.
En este orden tradicional, son dos instituciones que reflejan la organización de las provincias: la Intendencia
y el Cabildo. La primera, representaba directamente la autoridad real; sus burócratas demostraban fidelidad
al Rey, conocimiento y eficiencia en el trabajo que bien mirado oculta un propósito que orienta la labor del
| empleado: la búsqueda de mayor reconocimiento oficial. Este afán es permanente en las autoridades reales.
23 El Intendente de Arequipa (1796-1811) Bartolomé María de Salamanca, por ejemplo, envía poderes a
funcionarios de la Corte en Madrid para que lo representen en la lectura de sus méritos ante el Monarca. Lo
mismo harán los empleados de menor rango ante el Virrey, otros escribirán directamente a España.