Page 39 - Rumbo al Bicentenario Nº2
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serie de obsequios. Hubo mucha fiesta y derroche de dinero, pero también recordemos que el tono de
la generación de intelectuales y políticos del Centenario (Porras, Basadre, Sánchez, Haya, Mariátegui)
fue más bien crítico, incluso pesimista.
A partir de lo dicho, sugiero algunos puntos de reflexión:
1. Las celebraciones no deben limitarse a ciertos ejes temáticos ni localizarse en determinadas
regiones o ciudades. Ya lo hemos subrayado: las actividades deben ser inclusivas. Debe ser la
oportunidad de abrir un debate nacional no solo sobre la Independencia sino sobre el largo proceso de
los grupos que han habitado este territorio de lo que es hoy el Perú, para entender la complejidad y
diversidad de nuestra sociedad y, por lo tanto, dibujar la construcción de una sociedad más dialogante y
multicultural.
2. La celebración debe promover también el nuevo rol que debe cumplir la historia en el vigente Estado
nacional. Asimismo, hay que buscar una nueva relación entre la historia nacional y las múltiples
historias que se escriben desde las otras orillas, que reflejan la existencia de muchas memorias
provenientes de una sociedad demasiado diversa. Desde este punto de vista, hacer una nueva
articulación del pasado con el presente. En suma, tenemos la enorme oportunidad de reposicionar al
pasado como una representación absolutamente necesaria para construir los sentidos del presente.
3. Conviene recordar el pasado, tanto en sus grandezas como en sus miserias, y su dimensión en el
tiempo. Hay que festejar, sí, pero también hay que ser conscientes de cuánto ha costado mantener el
país que hoy tenemos.
4. La historia no solo pertenece a los historiadores sino a todos. Por ello, sería muy peligroso que
nuestros colegas pretendan imponer una forma concreta de celebrar el Bicentenario. Para empezar, la
Comisión Nacional del Bicentenario debe tener una composición también diversa y multidisciplinaria,
en la que sus miembros entiendan que una verdadera celebración es una fiesta en que nadie debe
sentirse excluido y que, respetando los puntos de vista, entiendan que no es cierto que el Perú sea un
espacio geográfico accidental, que no es cierto que el desarrollo de ninguna localidad o región se haya
hecho – o pueda hacerse– sin el aporte de las demás y que no es cierto que la diversidad sea un
problema sino una gran posibilidad de enriquecimiento mutuo.
Una reflexión final. El habernos independizado tardíamente, nos puede dar algunas ventajas respecto al
próximo Bicentenario. Así como Leguía organizó las ceremonias del Centenario después de las de
muchos países latinoamericanos, las fiestas del 2021 tendrán lugar cuando ya varios países hayan Hacia el Bicentenario: C ómo c onmemor ar la Independencia en 2021
celebrado las suyas. Vamos a competir, pero con la 7 ventaja de conocer los aciertos y errores de las
otras naciones. Si Leguía quiso quebrar la imagen de crisis, heredada de la Guerra del Pacífico, de un
país pobre y dividido, para el próximo Bicentenario no tratemos de resolver todos los problemas y, por
lo tanto, no llegar a resolver si quiera uno de ellos. Trabajamos desde ahora en aquellos que nos
permitan vivir en comunidad y en plena democracia. ¿No sirve el pasado para aquello? Sí, por ejemplo,
recuperar la imaginación creativa de quienes, en tiempos de la Independencia, quisieron un país
verdaderamente libre y con un profundo sentido de ciudadanía entre los peruanos. Tenemos que volver
a esos valores para vivirlos y practicarlos, en vez de exaltarlos en términos puramente retóricos.
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