Page 94 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
P. 94

Volumen  3
                        Autos seguidos sobre el descubrimiento de los autores de la rebelión de Huánuco - Segunda parte
            saquearon los pocos bienes, que tubo: á ser, como quiere Berrospi, Capitán, ó
            Seductor de Sublevados, precisamente lo hubieran conocido por tal, y nadie
            querría abonarlo; a más de que es incompatible, que un Capitán de Ynsurgen-
            tes, sea despojado de sus bienes, antes que su vida; y mayormente quando para
            llenarlo a la primera invación de Ambo, que no pasó del puente del Tingo,
            precede la fuersa, y el rigor, según el sentir de los Testigos. En conformidad
            a esto ¿Se podrá creer, que Don Domingo Berrospi habló con acierto quanto
            declaró? Parece ser consiguiente, que al verlo parado en la esquina de la Plaza,
            ó asistir en la casa de Castillo, lo creyese seductor de Ynsurgentes, ó insur-
            gente como los demás. En todo el voluminoso compendio de los Autos no
            se me dará tradición (á menos que no me engañe), que ninguno exeptuando
            Berrospi, y Tello, mencione a mi parte: Don Martín Quiñones, de quien trata en
            la undécima pregunta de su confesión, no lo menciona en la suya, y es sin duda,
            por que le constaba, que en nada se había mesclado. Todo lo dicho es bastante,
            para que la indignación de Vuestra Señoría venga en pleno conocimiento, que en
            bastante forma se puede decidir el equívoco del Testigo Don Domingo Berrospi.
                    Ya se ha dicho en la tercera cláusula de esta contestación, que el testigo
            Don Pedro Tello denuncia a mi parte, que él tenía sus conversaciones secre-
            tas, y daba disposiciones á Castillo. ¿Cómo será posible, que entendamos este
            enigma? Una cosa es conversación secreta, y otra es que se den disposiciones.
            Si se dan, como se dice, disposiciones, es indispensable, que se hagan públi-
            cas, ó que al menos se sepa por la boca de aquellos, entre quienes se trata el
            secreto: es así, que ni mi parte, ni Castillo lo confiesan, y por el contrario lo
            niegan; luego la consequencia es clara, de que no hubieron tales disposiciones;
            así por que mi parte era mirado como á un moso de manos, como por que por
            su limitación está incapás de dar disposiciones: pruébase esta verdad en todas
            sus partes con la confesión, que hace Don Pedro José del Castillo en 8 de Abril,
            que a la conclución, dice «Preguntando, quienes serbían a su hermano, dijo:
            que un Trujillo medio fatuo, y Narciso Roxas, los que hacían de criados en el
            servicio manual» Yo no niego, que al entrar Castillo en qualquier vivienda
            de su casa, también mi parte en qualquier lugar pribado hablaría á solas con
            Castillo, mas quisiera saber si por estos ademanes puede nadie adelantar el
            discurso, y creer cosas que no pueden suceder: si Tello se ratifica como lo hace
            en 12 de Abril en sus declaraciones, qualquier prudente le responderá, que
            hiso juicio temerario, y violento, por que ninguno que está en clase de moso
            de manos es capaz de dar consejos, ó disposiciones, y maiormente en actos



                                                93
   89   90   91   92   93   94   95   96   97   98   99