Page 293 - La Rebelión de Huanuco - vol 3
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La Rebelión de Huánuco de 1812
                    (Al margen) 2a.
                    Yten digan: Sí en su ministerio de tal Sargento, de Cabo, ó de soldado
            raso, por disposicion de sus Gefes auxilió a la capital de Lima segun las orde-
            nes que sobre ello mandó el Excelentisimo Señor Virrey del Reyno; expresen
            quantas veces sirbió Mirabal pára estos auxilios.
                    (Al margen) 3a.
                    Yten digan: Si han visto a mi parte que abandonando gustoso su tra-
            bajo, se ha empleado sobre las armas presentandose con su respectivo piquete
            para quantos auxilios han necesitado estos Magistrados.
                    (Al margen) 4a.
                    Yten digan: sí han savido, o tenido noticias que despues de ocuparse
            mi parte en todo lo yá mencionado, en aquellos ratos, sobrios, que le fean-
            queaba su vital descanso, por las noches, o en dias festivos: sí se ocupaba en
            juntas, en malas compañias, o en otros notables desconciertos por donde los
            Jueces lo reprehendiesen, o persiguiesen.
                    (Al margen) 5a.
                    Yten digan: Sí antes de la Ynsurreccion oyeron que mi parte se expres-
            ase directa, o indirectamente con el designio de que tubiese efecto: si despues
            de verificada saben, ú oido decir, que para que progresase, fuese causa mo-
            vente; o sí lo han visto, sabido, ó tenido noticia que en las juntas que hacian
            esas cabesas de los Ynsurgentes (por ser natural las hiciesen) asistía, ó se le
            nombraba en ellas.
                    (Al margen) 6a.
                    Yten digan: si en la primera marcha que hiso el complot de esos Yn-
            gentes de esta ciudad para Ambo contra los leales Cerreños, es verdad que mi
            parte, estando trabajando encerrado en su casa, casi todo el exercito lo sorpre-
            hendió, y despues de substraerla varias frioleras, ó bienes suyos, con el mayor
            rigor, y las mas temibles amenasas, (despues de que ellos mismos le pusieron
            labrida a su cavallo) lo obligaron á que sirbiese de Porta-Estandarte al que
            llebaron al prenotado Ambo, lo que admitió por no tomar armas de fuego, y
            hacer averias con ellas: todo ello practicaron en recompensa de que su fideli-
            dad acompañó a los Europeos con una rica escopeta (que perdió por haberse
            caido al rio de Huayaupampa) á impedir el pasage del puente, y tambien por
            que pernoctando esa misma noche pasó a llamar la gente de Tomayquichua
            de orden in scriptis de este Caballero Subdelegado, para que concurriesen á
            auxiliar, y defender la ciudad.



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