Page 195 - La Rebelión de Huánuco. Vol 2
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La Rebelión de Huánuco de 1812
            obsequiarlos, y que dichos alcaldes dijeron al subdelegado, que ya que ha-
            vian venido los pueblos hasta Huayaupampa, hera preciso para despedirlos, y
            contentarlos, regalarlos siquiera con doscientos peros alo que contesto dicho
            subdelegado que los regalaría con doscientas balas, con lo que se hirritaron
            los Indios alcaldes, y harrojaron al suelo el obsequio de aguardiente, lo que
            visto por el subdelegado dio un grito llamando al alguasil Maior para que
            aprendiese á estos Indios, quienes salieron de fuga a reunirse con sus gentes
            para vereficar su alboroto, y entrada a la ciudad, luego que llegare la noche; in-
            formado de esto el subdelegado, tamvien procuró juntar algun haucilio, como
            lo vereficó saliendo hasta el mismo puente de Huayaupampa para impedir la
            entrada de los Indios que se hallavan a su frente, dispuestos y prevenidos a
            combatir; y pelear, como susedio hasiendo fuego a una y otra parte, en cuio
            combate salieron algunos muertos, y otros herridos de una parte, con lo que
            tubo há vien el subdelegado retirarse a la ciudad con su haucilio esperando
            que amaneciese: entre tanto procuraron todos los Europeos, y algunos criollos
            combocar mas gente, y reforsarsee en la Plaza, aunque inutilmente, pues allan-
            dome yo en ella adverti que hera imposible reunir el aucilio, ni refuerzo de la
            Plaza, si el subdelegado, y demás jefes, no tomaban las mas vivas providencias
            para reunir a los Patricios, poniendo antes la Bandera en la Plaza, y que ha
            son de pitos, y tambores los llamase a voz del REY, y hamenazasen como á
            Infieles sino concurrian. El subdelegado, y demás me contestaron que yá estos
            medios se havian practicado, y que savian lo que harian. Estando pues todos
            estos confundidos, y en la maior afliccion, llega una embajada de los Insur-
            gentes llamando a Don Manuel Berrospi Alferes Real de la Ciudad para hablar
            con el, quien salio inmediatamente en compañía de su hijo Don Domingo y
            luego que lo vieron lo aclamaron por su General disiendole que mandase a la
            ciudad para que saliesen de ella todos los chapetones, y que de lo contrario
            no quedarian ninguno con vida, que dejasen todas las puertas haviertas para
            registrarlos, y si hallavan alguna serrada la destrosarían: lo que enterado del
            general salieron todos los europeos, con hanimo de volver a la ciudad con
            los haucilios que procuraron lograr del subdelegado del Cerro de Pasco con
            haviso que se le daria a Vuestra Señoría: entretanto pues se practicavan estas
            diligencias, entraron los insurgentes a la ciudad, señoreandose, y apoderan-
            dose de ella con insolencia, propia de la libertad, e intriga que se cree haverse
            echo para los havitantes de Huanuco, empesaron pues há destrosar, y saquear
            la casa del Coronel Echegoyen, las tiendas de los comerciantes europeos, y



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