Page 41 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Huánuco de 1812
El documento IV revela datos interesantes sobre los últimos años de
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la vida de Crespo y Castillo, aspecto sobre el cual prácticamente no existen
testimonios documentales. Vivía el futuro jefe rebelde, los dos años finales
de su vida, en una casa de la calle de La Trinidad, detrás de Mercaderes, pro-
piedad de Rosa Beraún y Urbina; y fue evidentemente en esa morada donde
se efectuaron las juntas revolucionarias que se citan en los procesos. Consta
de los autos de los procesos que en la casa de Crespo y Castillo se reunían los
indios y principales insurgentes y en la sala de la misma se firmaron las actas
de la Junta. El 29 de Octubre de 1812, se presenta la «beata» María Merce-
des del Castillo, anciana e indigente hermana del prócer, que no figura en los
procesos y de cuya existencia no se tenía noticias, demandando a los propie-
tarios de la casa de la Trinidad el importe de 200 pesos, valor de las mejoras
que había efectuado en esa morada Crespo y Castillo y que, según sostenía su
hermana, éste le había legado antes de ser ejecutado. Del proceso consta que
el caudillo cambiaba a menudo de casa habitación y procedía a introducir
cambios levantando y bajando paredes y muros; y no debía ser muy floreciente
su situación económica porque adeudaba dos años de los 66 pesos anuales de
merced conductiva. En el curso del proceso, el abogado Beraún, controvierte
la personería de María Mercedes, alegando que la mujer de Crespo y Castillo,
doña Petronila Goñi, le había sobrevivido unos años y que había dejado varias
hijas en la inopía. Sostiene, además que en el curso de la rebelión, el General
rebelde había sacado 10 cuadros o retablos de la sala de la casa, entre ellos el
de San Sebastián, para fijarlos en los pendones de los estandartes.
El expediente contiene datos muy indicativos sobre la persona de
Crespo y Castillo. D. Mariano Beraún, abogado de la causa y coheredero de
la primitiva propietaria, menciona que el caudillo tenía la obsesión de la bús-
queda de tesoros, invirtiendo dinero en el Templo del Sol, a media legua de
Huánuco y «solicitando el descubrimiento de esta grandeza de donde no sacó
nada»; e insiste en afirmar que durante «el tráfico de los pueblos a la casa»
retiró los mencionados cuadros. Sobre la manía de Crespo y Castillo por los
tesoros, las alegaciones del abogado son sobremanera coincidentes con los
testimonios ofrecidos por doña Petronila del Castillo, la hija del prócer, para
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10. Titulado «Demanda de Mercedes Castillo a doña Rosa Urbina y sus hijos sobre la devolución de mejoras hechas por su difunto
hermano en la casa que ocupan» ha sido incluido en el quinto volumen de esta edición junto con otros documentos posteriores a la
rebelión [Nota del Editor].
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