Page 197 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Huánuco de 1812
            comun a toda clase de personas y el gremio de Eclesiasticos, tanto secular,
            como regular, llevava la primera voz. Es preciso advertir que no tengo idea de
            Clero, y Frayles mas abandonados a todo vicio. Con motivo de haver pasado a
            Huacar a ver al Vicario de mi Provincia que alli se hallava enfermo, fui a Hua-
            nuco unos dias observé la Ciudad en un fermento fatal. Todos los dias amane-
            cian pasquines sediciosos que pintavan lo que há sucedido, y el habladero
            contra chapetones hera ya casi a cara descubierta. El Subdelegado leia todos
            los pasquines y no se hacia diligencia alguna de aprehender a sus autores.
            Viendo yo el peligro en que estava la Ciudad si aquel fuego no se apagava pro-
            puse a un primo mio Rejidor del Cavildo un medio seguro de sorprehender
            los autores de los pasquines para que lo manifestase en el Cavildo. Creo no lo
            hizo, y saviendo yo que el Domingo de Carnestolendas se combocó a Junta a
            los Capitulares dije aviertamente a mi primo que en manera alguna permitie-
            se que en aquellos dias saliese patrullas, ni se impidiese la diversion al Pueblo.
            Conocí en aquellos dias un Pueblo insolente, mandado por hombres cobar-
            des, sin prudencia. Entonces dije a mi primo que marchava para mi doctrina
            por que no queria ser testigo de la catastrofe que amenazaba la Ciudad. El
            Miércoles de Ceniza me hallé en mi Doctrina y el Martes de la primera sema-
            na de Quaresma preguntado en el Cerro Mineral por el Subdelegado de Tar-
            ma por el estado de Huanuco le dije delante de varios estas palabras de que se
            acuerda mucho, «Amigo en Huanuco hay mucho miedo, y ninguna prudencia
            en los que mandan, el Pueblo mui Soberbio y temo que pronto nos dará que
            hacer» Quando yo hablaba esto en el Cerro, ya el Subdelegado de Huanuco
            havia visto dos cartas de los yndios de Panataguas escritas a un mozo de Hua-
            nuco en que le avisavan estar prontos a venir el dia señalado a la Ciudad. Este
            mozo hijo natural de Don Manuel Marin Alcalde de la Ciudad, entregó estas
            cartas al Subdelegado diciendo que aunque escritas a él por los yndios, no
            havia el llamado a aquellos. Ya tambien havia visto el Subdelegado una ó mas
            cartas de un Alcalde de Barrio de la Ciudad en que le dava parte de varias
            Juntas secretas de yndios, señalandole los lugares de ellas en la Ciudad, y los
            modos de aprehender a los que se congregavan. En fin ya tenia todos los datos
            para crear una conspiracion efectiva, mas su estupidez, y su miedo solo le dic-
            taron el arbitrio de pasar con Auto a los Pueblos mandando a los Alcaldes de
            ellos no se moviesen para la Ciudad sin orden expresa suya, y hacer salir por
            las noches dos Patrullas en la Ciudad. Estas precauciones importantes para
            cortar el mal lo aumentaron, y el Sabado 22 de Febrero a las 9 de la noche llega



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