Page 199 - La Rebelión de Huánuco. Vol 1
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Huánuco de 1812
            solo las de Berrospi, y sus hijos, y algunos mui pocos se escaparon. El saqueo
            se hacia de un modo feroz. No solo se sacavan las cosas de valor sino que rom-
            pian puertas, ventanas, y quantos muebles de casas hallavan hasta la última
            ruina. Los yndios borrachos con los aguardientes que hallaron heran fieras, y
            no respetaron a su General a quien dieron de palos por que quiso impidir al-
            guno de sus desordenes. Duró el saqueo la tarde y noche del 23, y hasta el
            medio dia del 24. A esta hora varios Pueblos se dirijieron a Don Manuel Be-
            rrospi diciendo se retiraban a sus Pueblos, y que las diese un resguardo de que
            ellos no habian hecho daño en la Ciudad, y que si havian venido havia sido
            llamados por cartas que enseñarian a su tiempo. Berrospi les dió unos papeles
            que en sustancia nada decian, y en aquella tarde y noche quedo ya la Ciudad
            casi libre de ellos. Se juntó al dia siguiente el resto del Cavildo, y algunas per-
            sonas del Clero, y Regulares, y se estableció un Govierno provisional para ir
            recojiendo algunos robos. Nombrose de Subdelegado Ynterino a Don Domin-
            go Berrospi, y con el auxilio de algunos vecinos, y Pueblos fieles se empezó a
            recojer algo de lo robado. Paremos aquí para decir el paradero de los Gefes, y
            demas españoles de Huánuco.
                    Quando fué la retirada del Puente a la Plaza dieron a conocer los eu-
            ropeos de Huanuco su desunion, su cobardia, y los mandones lo indignos que
            heran de este nombre. Con haberse hecho fuertes en la plaza los que tenian
            armas, y quedadose a cavallo los que estavan aunque en todos no huviesen
            pasado de 25 hombres, no pisa un indio la Ciudad. Estos entraron llenos de
            miedo en partidas de 20 y 30 hasta el numero de 800 poco más ó menos. Mas
            los europeos y principalmente los mandones abandonaron la Ciudad y se en-
            caminaron al Cerro Mineral huyendo con el pretexto de pedir auxilios. Yo vi
            en mi casa juntos 34 europeos que unidos habrian acavado con los yndios en
            dos horas. Lo dije a ellos muchas veces, mas los sobre cojió un terror extraor-
            dinario con que no se pudo lograr su vuelta. Si aun abandonada la Ciudad se
            reunen en el Puente de Ambo, y vuelven a Huanuco con los auxilios que se
            les proporcionaron de aquel asiento, en la noche del Domingo mueren todos
            los yndios que estavan tirados en montones borrachos por las calles. Mas el
            miedo, y ningun arte de mandar no lo hizo. Los mas pasaron al Cerro, otros
            quedaron aqui, y en el Lunes y dias consecutivos empesaron a llegar sin nume-
            ro de familias en la última ruina, que acavaron con mis cortos reales, ropa, y
            abrigos pues ninguno traia mas que lo puesto, y destrozado por la inclemencia
            del tiempo y malos caminos. Era dolor el ver europeos acomodados, criollos,



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