Page 242 - Vida y Obra de José Baquijano y Carrillo - Vol-1
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Volumen  1
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            el que cuanto contiene mi referida instrucción, fue para que tuviera mayor
            cumplimiento la orden de Su Majestad; pues a saber que este accidente (que
            así le llamo en mi caso) de nombrar los testigos con la duda o sospecha que
            tuve de sus deposiciones si no se examinaban, atendido su carácter, por el
            propio juez sin intervención de Escribano me había de salir tan a la cara, yo
            hubiera traído bien comprobados y auténticamente estos particulares, o de no,
            hubiera omitido tal lista y aun la instrucción con una honesta excusa, dejando
            perecer como ha perecido en lo más, la verdad en sus bocas; sin embargo de
            que en lo que no está plenamente probado por depender de dichos de testigos
            y no de documentos, como lo logran otros puntos, no están tan obscuras sus
            declaraciones que no manifiesten muchos rastros de la certeza de los hechos,
            conducta y palabras con que se explicaba el Marqués de Guirior, ofendiendo
            al buen nombre y respeto que mereció el difunto Señor Marqués de Sonora.
                    En todas partes es reprensible y sacrilego que se censure o hable mal
            de sujetos tan elevados por su alto Ministerio; pero al doble en la distancia
            donde no se conoce su índole o sus personas, y mas oyendo la censura de sus
            primeros jefes, pues allí se cree casi todo, porque hay pocos que duden, en
            tales circunstancias, de lo que oyen. Y así conducido de esta máxima no pude
            llevar en paciencia que se maltratase el nombre de aquel Señor del modo con
            que se trataba, descendiendo al público unas ideas poco favorables al servicio
            del rey y cumplimiento de las Reales Ordenes, comunicadas por él; lo cual no
            podía menos de debilitar la obediencia de ellas en un punto tan escrupuloso y
            delicado por su clase.
                    Tales señores ministros, aunque no sean a gusto de todos, deben ser
            venerados y respetados aun de ellos: Son de la satisfacción del rey, y esto es
            bastante para mantenerlos libres de censura hasta en el más pequeño acciden-
            te de su cargo.
                    Vuestra Excelencia vuelvo a decir conoce a Lima y sus principales ha-
            bitantes, aunque el virrey que servía en su tiempo los tuvo con la boca cerrada.
            Pero como el de Guirior, por su incauto espíritu popular, y accesible a toda
            conversación, fue más libre en este punto, hablaban, en el de su gobierno, a
            desquite de lo que habían callado.
                    Amat fue rígido y serio en sus resoluciones y porte: Guirior por el
            contrario pensando muchas veces, por mal instruido, con el dictamen de los
            que no querían la reforma de abusos. Y esta diversidad en el genio de los dos





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