Page 606 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-6
P. 606
Volumen 6
Anexos de 1820-1825
para siempre honrada de élla, la memoria del mártir ilustre, el Presvitero Don
Lorenzo Rivera, á quien tube la gloria de ausiliar en su postrer aliento, siendo
para éllo espresamente notificado, y conducido desde mi prision en Huancayo
á Jauja.
Como la privasion afina mas el discurso, yo hallava sendas para burlar
la vigilancia de los tiranos, y lograba por mil inusitados medios consolar a mis
compatriotas, y participar por su conducto á los Gefes de la patria la situación,
ó disposiciones del enemigo; á éstos arbitrios se deben las ventajas de que
evitasen golpes sorpresivos todas las guerrillas de banguardia. Era sin duda
un servicio que pudiendo debia hacer en honor de mi patria, y digno de un
hijo suyo. Los documentos que presento desde el numero l° hasta el numero
12° califican cuanto hé espuesto, dejando de referir por evitar proligidad mil
pequeños padecimientos, porcion de privaciones y la continua desazón que
como prisionero sufri en un trienio, pero que á la penetración de Vuestra Se-
ñoría, y como tocado de las mismas adversidades no se le pueden ocultar.
Acometido de la mas negra melancolía, estaba en mí aposento la no-
che del 6 de Agosto: multitud de reflesiones tristes gravitaban sobre mi ima-
ginación: palpitaba mi espíritu dudoso del éxito de las armas de la patria; yó
que habia visto los bélicos aprestos de los españoles el incesante trafago de su
numerosa caballería; la redoblada vigilancia en todas las clases su firme reso-
lución al combate, y ésa marcha sostenida de sus sobervias tropas, en busca de
las nuestras: temblava interiormente, temía arrastrar dobles cadenas, veía ale-
jarse de mi la idea de la encantadora Independencia, y retirarse cual fugaces
iluciones, las placidas imágenes de la Libertad Peruana, cuando oigo sentible-
mente aclamar por las calles, victoria por la patria. No se anunció esta Señor
Prefecto, á ésa hora con salvas estrepitosas, ni con dilatados repiques, si no
con los ayes de los españoles heridos, y con el lugubre zuzurro de las partidas
derrotadas; por ellas supe su perdida en aquella tarde. Las lanzas de Colombia
abrieron las puertas de las cárceles de estas provincias, y nuestro Egregio Li-
bertador, al filo de su espada rompió nuestros grillos. Dios vio innundarme de
regocijo, y tributarle los votos de mi gratitud con efusiones estraordinarias de
mi corason.
La posesion de mi libertad me hizo olvidar pasadas angustias, y solo
traté de rendir mis obsequios á nuestro Libertador, pedir por Ondores, y des-
empeñar las comisiones que la magnificencia de éste Heroe no se desdeñó en-
cargarme. Luego dirigí á mi Pueblo la Proclama que original elevé á las alturas
605