Page 606 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-6
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Volumen 6
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            para siempre honrada de élla, la memoria del mártir ilustre, el Presvitero Don
            Lorenzo Rivera, á quien tube la gloria de ausiliar en su postrer aliento, siendo
            para éllo espresamente notificado, y conducido desde mi prision en Huancayo
            á Jauja.
                    Como la privasion afina mas el discurso, yo hallava sendas para burlar
            la vigilancia de los tiranos, y lograba por mil inusitados medios consolar a mis
            compatriotas, y participar por su conducto á los Gefes de la patria la situación,
            ó disposiciones del enemigo; á éstos arbitrios se deben las ventajas de que
            evitasen golpes sorpresivos todas las guerrillas de banguardia. Era sin duda
            un servicio que pudiendo debia hacer en honor de mi patria, y digno de un
            hijo suyo. Los documentos que presento desde el numero l° hasta el numero
            12° califican cuanto hé espuesto, dejando de referir por evitar proligidad mil
            pequeños padecimientos, porcion de privaciones y la continua desazón que
            como prisionero sufri en un trienio, pero que á la penetración de Vuestra Se-
            ñoría, y como tocado de las mismas adversidades no se le pueden ocultar.
                    Acometido de la mas negra melancolía, estaba en mí aposento la no-
            che del 6 de Agosto: multitud de reflesiones tristes gravitaban sobre mi ima-
            ginación: palpitaba mi espíritu dudoso del éxito de las armas de la patria; yó
            que habia visto los bélicos aprestos de los españoles el incesante trafago de su
            numerosa caballería; la redoblada vigilancia en todas las clases su firme reso-
            lución al combate, y ésa marcha sostenida de sus sobervias tropas, en busca de
            las nuestras: temblava interiormente, temía arrastrar dobles cadenas, veía ale-
            jarse de mi la idea de la encantadora Independencia, y retirarse cual fugaces
            iluciones, las placidas imágenes de la Libertad Peruana, cuando oigo sentible-
            mente aclamar por las calles, victoria por la patria. No se anunció esta Señor
            Prefecto, á ésa hora con salvas estrepitosas, ni con dilatados repiques, si no
            con los ayes de los españoles heridos, y con el lugubre zuzurro de las partidas
            derrotadas; por ellas supe su perdida en aquella tarde. Las lanzas de Colombia
            abrieron las puertas de las cárceles de estas provincias, y nuestro Egregio Li-
            bertador, al filo de su espada rompió nuestros grillos. Dios vio innundarme de
            regocijo, y tributarle los votos de mi gratitud con efusiones estraordinarias de
            mi corason.
                    La posesion de mi libertad me hizo olvidar pasadas angustias, y solo
            traté de rendir mis obsequios á nuestro Libertador, pedir por Ondores, y des-
            empeñar las comisiones que la magnificencia de éste Heroe no se desdeñó en-
            cargarme. Luego dirigí á mi Pueblo la Proclama que original elevé á las alturas



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