Page 604 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-6
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Volumen 6
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            la justicia de mi opinion y lleno del mas puro y ardiente amor por la Indepen-
            dencia del Perú postrado ante los altares del señor de los Egercitos, dirigía
            mis oraciones y mis mas fervientes votos hasta su trono altisimo. Estendida la
            guerra por todos los ángulos de éste continente, mi corazon previsor, me ha-
            cia tornar los ojos rasados en llanto, sobre mi pequeño rebaño, y lamentar sus
            ruinas con anticipación ¡Cuanto lo instruí en Sus deberes! ¡Cuanto lo exorté á
            la constancia! ¡Cuanto lo fortalecí con las macsímas de la Religion! ¡Y cuanto
            lo preparé para que no desfalleciese en los días horrendos de la tribulacion! Es
            notorio á todos: la fama lo acredita, y los tristes escombros de Ondores, que
            imponen en el pasagero un silencioso pabor, confirman mi verdad.
                    Dispuesto estaba allá en los eternos decretos de la providenria que el
            rebaño de Ondores quedase sin pastor en el tiempo mas calamitoso, y que
            éste tolerase el doble desconsuelo de verse ausente de sus obejas, y de sufrir
            sus propios males. Despues de concluido el templo, precisado á recuperar mi
            salud en pais templado y pacifico, estaba para partir á Huanuco ó Pallancha-
            cra, cuando una noticia lisongera que anunció la derrota de los enemigos a
            las inmediaciones de la Capital, me hizo retrogradar al sur para internarme á
            las Montañas del Este y restablecerla á beneficio de un clima tan proficuo, y
            tan inmediato á mi suelo patrio tan inaccesible al enemigo y casi cierto de que
            este se retiraría á su retaguardia: pero yó me fabricaba mis cadenas, y á pasos
            veloces corría a mi prisión. Una contramarcha rapida restituyó el Egercito do-
            minador al Valle, y el Coronel Rodil con su Batallon vino á tomar cuarteles
            en Acobamba: entró á este punto por direcciones inusadas, y sorprendido por
            aquel Gefe, fui declarado por sospechoso y confinado al Canton de Tarma,
            donde por primera vez estudie al hombre en la escuela del odio, del despo-
            tismo, y de la venganza, perciviendo distintamente la simulada política, y la
            piedad hipócrita con que se disfraza un opresor.
                    Conocido por mi opinion, y precisado á vivir entre enemigos ¡cuantos
            insultos toleré de una tropa inmoral é irreligiosa! ¡cuanta satira amarga y mor-
            daz de una oficialidad corrompida! ¡Cuantas miradas desdeñosas y burlescas
            de unos Gefes sobervios! y ¡cuantos desprecios y amenazas de unos generales
            orgullosos! Circunscrito á mi mismo, incesantemente espiado, salia de los cui-
            dados de un dia, para entrar en las sosobras de otro. Una moderacion extraor-
            dinaria, unas palabras medidas, un trato político y afable, un porte honesto,
            y un retiro voluntario conservaron mi existencia; y aun asi ésta, conducta fue
            atacada por varios de los mas depravados con pérfidas y maliciosas consultas,



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