Page 604 - Guerrillas y montoneras durante la Independencia - Vol-6
P. 604
Volumen 6
Anexos de 1820-1825
la justicia de mi opinion y lleno del mas puro y ardiente amor por la Indepen-
dencia del Perú postrado ante los altares del señor de los Egercitos, dirigía
mis oraciones y mis mas fervientes votos hasta su trono altisimo. Estendida la
guerra por todos los ángulos de éste continente, mi corazon previsor, me ha-
cia tornar los ojos rasados en llanto, sobre mi pequeño rebaño, y lamentar sus
ruinas con anticipación ¡Cuanto lo instruí en Sus deberes! ¡Cuanto lo exorté á
la constancia! ¡Cuanto lo fortalecí con las macsímas de la Religion! ¡Y cuanto
lo preparé para que no desfalleciese en los días horrendos de la tribulacion! Es
notorio á todos: la fama lo acredita, y los tristes escombros de Ondores, que
imponen en el pasagero un silencioso pabor, confirman mi verdad.
Dispuesto estaba allá en los eternos decretos de la providenria que el
rebaño de Ondores quedase sin pastor en el tiempo mas calamitoso, y que
éste tolerase el doble desconsuelo de verse ausente de sus obejas, y de sufrir
sus propios males. Despues de concluido el templo, precisado á recuperar mi
salud en pais templado y pacifico, estaba para partir á Huanuco ó Pallancha-
cra, cuando una noticia lisongera que anunció la derrota de los enemigos a
las inmediaciones de la Capital, me hizo retrogradar al sur para internarme á
las Montañas del Este y restablecerla á beneficio de un clima tan proficuo, y
tan inmediato á mi suelo patrio tan inaccesible al enemigo y casi cierto de que
este se retiraría á su retaguardia: pero yó me fabricaba mis cadenas, y á pasos
veloces corría a mi prisión. Una contramarcha rapida restituyó el Egercito do-
minador al Valle, y el Coronel Rodil con su Batallon vino á tomar cuarteles
en Acobamba: entró á este punto por direcciones inusadas, y sorprendido por
aquel Gefe, fui declarado por sospechoso y confinado al Canton de Tarma,
donde por primera vez estudie al hombre en la escuela del odio, del despo-
tismo, y de la venganza, perciviendo distintamente la simulada política, y la
piedad hipócrita con que se disfraza un opresor.
Conocido por mi opinion, y precisado á vivir entre enemigos ¡cuantos
insultos toleré de una tropa inmoral é irreligiosa! ¡cuanta satira amarga y mor-
daz de una oficialidad corrompida! ¡Cuantas miradas desdeñosas y burlescas
de unos Gefes sobervios! y ¡cuantos desprecios y amenazas de unos generales
orgullosos! Circunscrito á mi mismo, incesantemente espiado, salia de los cui-
dados de un dia, para entrar en las sosobras de otro. Una moderacion extraor-
dinaria, unas palabras medidas, un trato político y afable, un porte honesto,
y un retiro voluntario conservaron mi existencia; y aun asi ésta, conducta fue
atacada por varios de los mas depravados con pérfidas y maliciosas consultas,
603