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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
se detuvo en el camino por esperar a su madre y familia que venían de Vilqui
a esta ciudad, donde sin haberla encontrado, ni saber donde para, entró ayer
el confesante a las cuatro y media de la tarde y se apeó en la casa de su pri-
ma doña Gregoria Barrionuevo, viuda de don Domingo Arteaga, a quien le
manifestó también los tres carteles, las tres cartas y el papel del pase. Y dicha
doña Gregoria le dio noticia a don Nicolás Oré, cura de Chalhuanca que esta
apeado en su casa, quien con inspección de ellos, lo llevó inmediatamente a
la del Ilustrísimo señor Obispo de este obispado y demostró lo que traía. Y su
Ilustrísima mandó a dicho cura, al doctor don Bernardo Jayo y al Capitán don
Francisco Rivero y a su Teniente don Juan Bravo, viniesen con el confesante
para que presentasen dichos carteles al señor Corregidor, habiendo abierto
antes Su Ilustrísima las mencionadas cartas, de cuyos contextos se impuso. Y
dicho don Francisco Rivero practicó la diligencia que Su Ilustrísima le encar-
gó y que el señor Corregidor mandó a don Joaquín Valcárcel, Comandante del
Cuartel pusiese preso al confesante como lo hizo y responde.
Preguntado si trajo algunos otros edictos de Tupa Amaro y si los ha
fijado en los pueblos por donde transitó, diga la verdad. Dijo que no ha traído
ningunos otros sino los tres que entregó al Ilustrísimo señor Obispo de esta
diócesis y su señoría Ilustrísima los remitió al señor Corregidor de esta ciudad
como tiene dicho y responde.
Reconvenido por qué cuando fue (a lo de) Su Ilustrísima con el / .16
doctor don Nicolás Oré, no llevó más que un edicto y dejó los dos y la carta es-
crita para el señor Provisor en la casa de doña Gregoria Barrionuevo y cuando
se le hizo cargo respondió, que estaban en un cuarto de dicha casa y que la lla-
ve la tenía don Mariano Quispe Cabana, de suerte que fue preciso que sacasen
de él los dichos dos edictos. Dijo que los tres edictos y las cartas las trajo desde
Caicai dentro de los bastos de su lomillo, porque no le registrasen y tuviese
alguna resuta o perjuicio y que habiéndose apeado en casa de la referida doña
Gregoria Barrionuevo, su parienta no habiéndola encontrado porque había
ido a la Catedral, desensilló su mula y puso sus lomillos en un cuarto del patio,
que es de la lavandera de doña Gregoria y luego, poniendo uno de los edictos
en la faltriquera, pasó a ver a su tío el doctor don José Domingo Frías y tampo-
co lo encontró y por eso bajó al cementerio de la Catedral, donde viendo a don
Mariano Quispe Cabana, colegial de San Antonio, le saludó como a su amigo
y colega y ambos volvieron a la casa de dicha doña Gregoria y allí le manifestó
a dicho colegial el edicto, quien le aconsejó al confesante que lo quemase. Que
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