Page 572 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 7
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Volumen  7
                                                              Causas criminales contra los rebeldes
            conoce de vista el confesante, el hijo de Tupa Amaro y un capitán alto, blanco.
            Que el jueves dieciseis de este dicho mes a las tres de la tarde le entregó Tupa
            Amaro al confesante una carta cerrada con rótulo para dicho señor Provisor
            con encargo de que se la diese en su propia mano / .v otra para el doctor don
            Vicente Puente, cura de Coporaque; otra para Mariano de la Barreda, con
            encargo de que las pusiese en el correo para que se condujese a la ciudad de
            Lima y tres carteles firmados por dicho Tupa Amaro, los que recibió el decla-
            rante abiertos, con la calidad de que fijase uno en la puerta de la Catedral, otro
            en la puerta de la Iglesia de la Merced y otro en la puerta de la Iglesia de San
            Francisco. Y que habiéndose resistido el confesante a practicar lo que le previ-
            no Tupa Amaro, le dijo éste que en caso de que no lo hiciese lo sacaría de los
            infiernos y lo colgaría como al corregidor Arriaga. Y le encargó también que
            no se dejase ver para fijar los carteles de los chapetones, y que de los criollos
            no tuviese recelo y que aun así le respondió el confesante que de todos debía
            tener recelo porque se sabía que estaba alborotada la ciudad. Y Tupa Amaro
            le dio el arbitrio de una vez que el confesante estaba enfermo se fuese a un
            hospital y de noche se valiese de algún muchacho para que en los lugares di-
            chos pusiesen los referidos papeles y el confesante, por libertarse de la muerte,
            respondió que así lo haría y salió de Tungasuca trayendo las tres cartas citadas
            y los tres carteles. Y Tupa Amaro le dio un papel de pase para que los guardias
            y espías que tiene puestos hasta el pueblo de Checacupe no le detuviesen al
            confesante. Que habiendo llegado a Checacupe el dicho día jueves a las seis y
            media de la tarde, le manifestó al doctor don José Villavicencio, cura de él, los
            expresados carteles para que le dijese por vía de consejo si los había de traer a
            esta ciudad o los había de quemar. Y que le respondió que los trajese y se los
            manifestase al doctor don José Domingo Frías, canónigo de esta santa iglesia,
            de quien dice el confesante ser su tío. Que de Checacupe salió el viernes y vino
            a dar a Quiquijana, donde quisieron prenderle los indios, por eso regresó al
            mismo Checacupe, de donde el sábado marchó por los altos de Labramarca
            a dar a Catca en compañía de un cuñado suyo Casimiro Pino y don Antonio
            Texeira y al entrar a Catca intentaron los indios apremiar al confesante y a sus
            compañeros en la inteligencia de que eran soldados de esta ciudad y procura-
            ron libertarse manifestando un cartel y la guía, y los indios manifestaron estos
            papeles al cura y habiéndolos pasado de vista les dijo que eran de Tupa Amaro
            y por eso les dejaron pasar. Y que reparó que el dicho cura estaba temeroso
            de los  indios y le aconsejó lo mismo que el de Checacupe. Que el confesante



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