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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            indios con orden que le dió dicho rebelde de que así que viese gente le avi-
            sase, ordenándole también disparase a menudo un cañón que le dejó, con el
            fin de que se asustasen los vecinos de Pilpinto, y estando con esta comisión,
            le prendieron las tropas de Su Majestad en compañía de Marcos Torre, que
            había bajado al puesto que guardaba el confesante para auxiliarle con treinta
            y tantos indios y algunos mestizos del pueblo de Acomayo, que serían como
            veinte y cinco, de los que traerían fusiles tres.
                    Preguntósele si conoce al rebelde José Gabriel Tupa Amaro, si tiene
            con él algún parentesco, si le ha auxiliado, cuánto tiempo le ha servido, y si
            sabe quienes le han fomentado en sus depravados intentos. Dijo conoce al
            citado rebelde Tupa Amaro, con quien tiene parentesco de ser primo segun-
            do, aunque el confesante no es hijo legítimo sino natural de don Bartolomé
            Tupa Amaro, difunto, y de Rosa Barrantes, también difunta; que ha auxiliado
            al rebelde con su persona, lo que ejecutó con motivo de haberle tenido pre-
            so en Tungasuca más de un mes, y aún haberle amenazado quitarle la vida,
            y entonces el confesante, exponiéndole que no obstante haberle quitado sus
            tierras, papeles y muebles que le dejó su padre, que le serviría, en cuyo tiempo
            dicho rebelde le encargó condujese una piara de coca al cerro de Piccho, la que
            efectivamente trajo, y el sobrante entregó en Tungasuca, pero que nunca en
            el camino entró en el toldo del rebelde, y aún después lo amenazaba dicién-
            dole era un traicionero; que habiendo pasado a Marangani a ver la hacienda
            de Guaillapunco, donde tenía el confesante sus chacritas y ganados, halló se
            lo habían robado, con cuyo motivo volvió a Tinta, donde supo que el rebelde
            había pasado la tierra arriba, y esperó su vuelta, en cuyo tiempo lo envió con
            su cuñado Antonio Bastidas a Pucacasa, quien iba de coronel de cincuenta.


            (Al margen: Antonio Bastidas).


            o sesenta indios, con orden de avisar si iba tropa a nuestra parte, y que esto
            fue antes de ceniza; que habiendo visto gente de nuestra parte se huyó el con-
            fesante a Sangarará, donde encontró al rebelde, quien habiéndole preguntado
            por qué se venía, le respondió que por haber enviado a Pedro Mendiguri,
            mestizo de Surimana, y haberle tratado mal, a que dicho rebelde le respon-
            dió se iría a Acos, para lo que le dió un auto reducido a que le enviase toda
            la gente a Pucacasa, donde iba dicho rebelde a encontrarse con la gente del
            Cuzco, pero que al confesante lo remitió con dos alcaldes, ordenando a éstos



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