Page 12 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 7
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Volumen  7
                                                              Causas criminales contra los rebeldes
            que en las tres balsas que había formadas fuese trasladándose la tropa, pero
            apenas empezaban a pasar, cuando los indios con hondas, los mestizos con al-
            gunos fusiles y el manejo de un cañón que hizo fuego, nos impedían el paso. A
            este tiempo, por un camino extraviado del frente, se desviaron dos del campo
            del enemigo con dos fusiles, en demostración de que querían venirse al nues-
            tro. Hízoseles pronto paso, y al punto nos comunicaron que Francisco Tupa
            Amaro, tío del rebelde José Gabriel, capitaneaba la gente del cerro, y el que
            en nombre del Rey juntaba gente era el célebre Torre, cacique de Acomayo;
            que las armas que tenían sólo eran cinco fusiles y un cañón, y los indios sus
            hondas y garrotes; que los españoles de la doctrina querían todos acogerse a
            las banderas del Rey, y que cuanto más antes, los atacasemos. Con este aviso
            dispusimos batirlos. Comidióse el segundo comandante, don José Acuña, pa-
            sar a la empresa con dos compañías de fusileros de Cotabamba, y fue el quinto
            que se arrojó con mucho valor a la balsa. Siguióle el alférez de la guardia de
            su excelencia, don Francisco de Laizequilla, con el propio espíritu, y todos
            quisieron hacer lo mismo, pero fue preciso dividir las fuerzas y defender am-
            bas avenidas, y así se previno pasarse uno de los primeros comandantes a la
            otra banda, y de hecho lo hizo don Manuel de Castilla, para que, quedando
            en esta el otro, con el coronel don Isidoro Guizasola y el teniente coronel don
            Julián Capetillo, hubiese igual número de oficiales de plana mayor en ambos
            lados, llevando al del enemigo un pedrero, y quedando dos de esta otra parte
            para sujetar el que acometiesen al corto número de los soldados nuestros, que
            apenas iban pasando de tres en tres. Batióseles de modo que dentro de dos
            horas ya tuvimos derrotado al enemigo, tomándole el cañón, algunas balas y
            los fusiles, muertos poco menos de cien traidores, y presos en nuestro campo,
            entre otros nueve, a Francisco Tupa Amaro y al cacique Torre, de Acomayo,
            que siendo de los que no son comprendidos en el perdón, como capitales en
            el auto de vuestra señoría, condictamente de dicho teniente coronel don Ju-
            lián Capetillo, que hace también de auditor de guerra, se le remiten a vuestra
            señoría con buena guardia y custodia, y al cuidado de don Manuel Pruden-
            cio Martínez, teniente de la cuarta compañía del regimiento de Cotabamba, y
            para que vaya autorizando tan importante remesa, acompaña a los contenidos
            el licenciado don José del Río, cura de Pampacucho.
                    El doctor don Francisco Montejo, cura de Coyllurqui, se distinguió
            en esta función, y podemos decir a vuestra señoría con sinceridad, que unos
            a otros se emulaban los oficiales y aún todos los soldados, dejándonos mucha



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