Page 14 - La Rebelión de Túpac Amaru II - 7
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Volumen  7
                                                              Causas criminales contra los rebeldes
            [Respuesta del Visitador General Areche].


                    Muy señores míos: es muy consiguiente a la fortuna y buena dirección
            que han llevado separadas y unidas las dos columnas que mandan vuestras
            señorías, el glorioso suceso que me refieren en su apreciable carta de cinco del
            que sigue, y dándoles la enhorabuena con el aviso de que quedo enterado de
            su último suceso, en que arrestaron al tío del rebelde Tupa Amaro y al cacique
            Torre, de Acomayo, que se hallan ya en este cuartel, habiendo pasado a los
            demás prisioneros por las armas ahí para terror del enemigo, les contesto que
            dejo avisado lo que me piden, con copias de sus dos últimas cartas al señor
            inspector, no obstante que vistas las que su señoría y yo les tenemos escritas y
            llevó el capitán don Ventura Cáceres, creo que hallen en ellas todo lo deseable.
            El señor cura que ha traído a los dos enunciados presos, me ha dicho, refirién-
            dose a noticias de vuestra señoría, que la provincia de Chumbivilcas queda
            más alterada y rebelde que nunca, contándome algunos ejemplares a causa
            de no haberse quedado en ella su juez real ni sus párrocos, y si esto es así, y
            aunque no sea, encargo a vuestra señoría que tomen el partido de que don
            Francisco Laysequilla se ponga a mantener allí lo logrado en su reducción.
            También me añade este eclesiástico desconsolador que no hay justa armonía
            entre los señores curas y los jefes de esa tropa; que nadie lleva otro interés que
            el suyo propio; que separada ésta, volvió a Livitaca Tupa Amaro; con otras mil
            cosas más, y a vista de una relación tan triste y distinta de lo que tengo conce-
            bido por los partes que se me han dado por vuestra señoría, les pongo oficio
            a los señores doctores don Juan Carlos García y don Francisco Montejo, para
            que si es cierto que están acéfalas sus doctrinas y las demás de los que existen
            en esas columnas, sus templos cerrados, Dios sin culto, y sus feligreses sin
            ejercicio alguno religioso en un tiempo tan santo y venerable como el presen-
            te, se retiren a ellas dejando sus indios bien animados, y yéndose a devolver a
            ellas a los desertores, pues es escandaloso, reprensible, abominable y digno de
            castigo, faltar en las banderas del Rey en caso de tanta importancia, y por lo
            propio justo, que vuestra señoría los escarmiente como corresponde, ya para
            que paguen su delito, y para que no tengan secuaces.
                    A estos dos señores párrocos digo también que enseñen dicho oficio
            a los demás sus compañeros. Me aseguro que lo harán, y que unidos en Dios
            y el servicio del rey, bien combinadas las circunstancias, resolverán lo que
            no aguante censura ni produzca perjuicio espiritual o temporal. Yo pasaría a



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