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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
La rebelión de Túpac Amaru II
uno de los que aprisionaron al corregidor, a quien ligó con grillos y esposas,
y a don Bernardo de la Madrid y a don Francisco Cisneros; intimidaba a los
presos con la muerte; que robó muchos bienes, por lo que se hace acreedor en
concepto del fiscal a que lo escapiben por la ley 2a. título 2º partida 7a.
No es dudable que el miedo grave inferido por el que pone en ejecu-
ción sus amenazas, la ayuda se considera como ligada a una involuntariedad,
el rebelde apremiaba poblaciones por medios inícuos para que estuviesen a
su devoción; el conocía su refrío y pasajes precedieron en que don Francisco
Molina y don Francisco Cisneros presenciaron sus amenazas de muerte, que
en un hombre de su despecho se hacían temibles, a vista de sus absolutas.
Su afectación de este reo se debió por complacerlo en la apariencia,
y trocase el concepto formado, pues como se le avisó por alguno de los que
consultó la intención de desampararlo, le reparaba con hastío. Dentro de estos
numera para la justificación del acerbo a los negros del general don Antonio
Arriaga, Agustín Richarte y Manuel Richarte, Miguel Oré. A estos les expresó
su desazón y que se hallaba resuelto a refugiarse a las banderas del soberano.
Tildada su disposición esperó mejor suerte, habiéndose visto que se
hizo presente al señor inspector saliendo prófugo de la compañía de Tupa
Amaro, lo que prueba lo expuesto no embargante los pronósticos atrasados
(de quienes tomó consejo) en que le ajusticiarán sin necesitar de otra causal
que la de hermano de Micaela, y es incomponible la verdad de aquellos inten-
tos atribuidos en las declaraciones con estos actos contrarios que las reprue-
ban. Ellos no carecen de justificación como también que los concilios tuvieron
principio antes de declararse enemigo. Asegurábale con sujetar su esposa para
que no le siguise y todo era el reo confusiones sin que se le ofreciese vado por
su torpeza para desterrarlas.
La deserción no ignora vuestra señoría cómo la penaba el desleal, y las
órdenes que comunicaba a los indios su estrictez también con que es ocioso
referirlo.
Lo que no podrá asegurarse es fuese sabedor de sus intentos, y no po-
drá negar Tupa Amaro el modo con que le enlazó y lo tiene ya referido en su
confesión.
Los hurtos dice ser supuestos y que lo que hay es que, acosado de los
indios con las órdenes que se han dicho y de la manera, lo remitía a los lugares
que se cita, y jamás se le ofreció el hurtar ni darían lugar los con quienes iban,
porque velaban en sus operaciones.
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