Page 53 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            que pueda [testado] obispado. Cuzco marzo ocho de mil setecientos ochenta
            y uno. [testado] Jose Antonio de Areche. Por mandado de su señoría, Juan de
            Oyarzábal.
                    Concuerda este traslado con el edicto original que en el se refiere, para
            este efecto exhibió ante mí el señor visitador y superintendente general de este
            reino por mano de don Juan de Oyarzábal, y uno y otro volvieron a su poder
            de que doy fe y a que me remito. Y para que conste donde convenga, de man-
            dato de su señoría doy el presente (después de publicado por bando) en esta
            ciudad del Cuzco del Perú, en cinco de abril de mil setecientos ochenta y un
            años, siendo testigos don Bernardo José de Gamarra, José de Miranda y Juan
            de Bustamante, presentes. Enmendado cr. Vale.
                    En testimonio de verdad.
            (rúbrica de Manuel Espinavete López)                 Tomás de Gamarra (firmado)
                                                                       escribano público
            Sin derechos.
            Cuzco 10 de abril de 1781
                    Téngase presente este testimonio para ponerlo por principio en la cau-
            sa de José Gabriel Tupa Amaro cuando llegue el caso de su formalización.


            (rúbrica de Benito de la Mata Linares)                         Manuel Espinavete López
                                                                           (firmado)

                    (Al margen: Copia).
            [Comunicación que dirige José del Valle al Visitador Areche, en 6 de abril de 1780].


                    Muy señor mío: logro la especialísima satisfacción no solo de escribir a
            vuestra señoría desde Tinta, sino de noticiarle que ya está preso el vil cobarde
            José Gabriel Tupa Amaro, de resulta de una pequeña refriega que tuvo ayer con
            la vanguardia de mi columna al revolver por el pico de un monte a una espacio-
            sa cañada en que tuvo audacia de esperarme, y la fortuna de que la veloz carrera
            del caballo que llevaba le hubiese librado de caer en mis manos, pero salió tan
            escarmentado por los muchos que perecieron de los suyos, y tan admirado de la
            furia con que le embistieron los pocos soldados que adelanté de mi vanguardia,
            que no hallaba tierra que pisar y olvidado de que tenía un puente seguro para
            venir a la que llamaba su capital, se arrojó barbaramente a pasar el río que viene
            caudaloso por un vado, en que hubo de perecer; y sin detenerse más tiempo



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