Page 54 - La Rebelión de Túpac Amaru II - Vol-6
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Volumen 6
                                                         Causas criminales seguidas contra los rebeldes
            que el de decir a su mujer, según unos, o el de escribirla según afirman otros,
            no tenemos más remedio que morir porque vienen muchos soldados valerosos,
            se fué a tomar el camino de Sicuani; y su mujer, hijos y Antonio Bastidas le si-
            guieron llevándose doce petacas de plata labrada, diamantes y alhajas de mucho
            valor, y dejando aquí por su tropelía mucha ropa de la tienda, alguna de castilla,
            muebles, alguna plata labrada, seis cañones, pólvora y balas, fusiles, rejones y
            otras infinitas cosas cuyo inventario no se puede hacer en cuatro días, y luego
            que esté finalizado se lo remitiré a vuestra señoría.
                    Los demás sucesos de mi viaje desde Quiquijana a este campo y la
            rendición del vil cobarde referido los verá vuestra señoría, por la que le inclu-
            yo abierta para el excelentísimo señor virrey, y no las repito con el fin de no
            detener el conductor de ésta, que es don Bernardo Lamadrid, al que confío·es-
            te encargo por la distinción y particular exactitud con que ha desempeñado
            cuanto he puesto a su cuidado.
                    Mañana espero ver al indigno Tupa Amaro, y he determinado salir a
            recibirle al pueblo de San Pedro de Cacha, que dista legua y media de aquí,
            acompañado de una escolta brillante y numerosa, y a la tarde saldré para esa
            ciudad con otra muy fuerte hasta el puente de Urcos, donde espero se sirva
            vuestra señoría adelantar las disposiciones para que lo reciban y conduzcan
            con seguridad a esa plaza, al fin de que mi tropa regrese inmediatamente por-
            que aun me queda mucho que hacer, porque acaba de salir de mi tienda el
            cura de Checacupe, noticiándome que esta tarde entraron en él trescientos
            indios de diferentes pueblos de estas inmediaciones; que enfurecidos, porque
            al pasar yo ayer por él me dieron la obediencia, mataron dentro de la iglesia
            agarrados del cura que tenía en sus manos el Santísimo Sacramento a todos
            los españoles, con sus mujeres e hijos naturales y forasteros del pueblo.
                    Tengo presos la mayor parte de los más famosos aliados del rebelde, y
            a la muy nombrada cacica de Acos, y todos pasarán a ciudad con el indigno
            jefe que los ha reducido al trance en que se hallan, y quedan aquí dieciseis o
            dieciocho de menores delitos que mandaré a ahorcar pasado mañana.
                    Tengo asímismo, según el cálculo que he hecho por su montón, como
            dos cofres de papeles y me parece que hallará vuestra señoría en ellos muchos
            de los que desea para averiguar el origen de este ruidoso alzamiento, aunque
            son pocos los que he visto con mucha prisa.
                    Recelo faltar en algo de lo mucho que ha ocurrido hoy y procuraré atraer-
            lo a la memoria para noticiárselo a vuestra señoría luego que tenga tiempo.



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