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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            a la izquierda de nuestra tropa en un cerrito bajo a aguardar la otra que llegó
            al mismo paraje e inmediatamente divisamos dos filas de indios bien crecida
            que descendieron hasta la falda del cerrito, que en la misma forma lo guarne-
            cieron por las cuatro caras, practicando lo mismo a la derecha en otro cerrito
            bajo con bastante distancia de cuadras de uno a otro cerrito colocandose por-
            ción de indios en distintas filas que ocupaban toda la falda de la cuesta, que-
            dando aquel campo cubierto de rebeldes, al mismo tiempo desfilaron por la
            izquierda de nuestro campo y cimas de los cerros altos un cordon de rebeldes
            sucediendo lo mismo a la derecha y bajada de la cuesta, cuya demostración
            nos dió indicio de querer el rebelde acometernos; pero no hicimos movimien-
            to alguno que el mantenernos a pie en nuestra columna.
                    En este estado mandó decir el rebelde que el Comandante pasase al
            parlamento donde se hallaba con las banderas, y se le respondió que bajase,
            pues no era regular pasase a su campo. Ultimamente despues de varias emba-
            jadas que llebaron los Religiosos, convinieron en que la mitad de la distancia
            de ambos exercitos, se juntase nuestro Comandante con el Rebelde, llevando
            cada uno solo seis hombres, y los Gefes sin armas. Bajo el Rebelde con la Van-
            dera en la mano al sitio destinado, donde ya se hallaba nuestro Comandante
            con su Vandera, y llegando el Rebelde a corta distancia inclino la vandera, y
            se le correspondio con la misma ceremonia con la nuestra. Empezola a batir
            el Rebelde, executando lo mismo con la nuestra el Comandante, y se llegaron
            a unir saludandose mutuamente. Comenzó el Parlamento que duró sobre tres
            horas. Pretendió nuestro Comandante que le entregase las armas y se rindiese,
            a que no convino diciendo que estas y su rendimiento se habia de verificar
            ante el Sor. Inspector y el Obispo del Cuzco con quienes lo tenia pactado;
            y que si el habia venido a hacerse presente a esta columna era unicamente
            porque no se discurriese pretendia seguir la Guerra, pero que si esto no le
            satisfacia estaba pronto a seguirla. Hizo presente los graves perjuicios que se
            le seguirian de que los Corregidores de Carabaya, Azangaro y Lampa entrasen
            a gobernar, por las venganzas que como agraviados executarian contra los
            indios, y que asi se nombrasen otros que gobernase, hablando contra estos y
            los demas desaforadamente, titulandolos ladrones y tiranos; y que si esto no
            se verificaba, desde luego podria en lo sucesivo suceder alguna desgracia no
            fomentada de él, pues él se retiraba a rendirse al Cuzco, y que le destinacen a
            vivir donde el Virrey gustase que estaba resuelto. Asi mismo pidió que nues-
            tras tropas se retirasen luego de esta Provincia porque de lo contrario quedarian



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