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Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú
             La rebelión de Túpac Amaru II
            porque los yndios le dijeron que este se fingia ser el Colla Capas (que en vn
            tiempo governo estas Provincias lo que despues se lo anunció por carta, y por
            un embiado llamado al confesante, a cierta conferencia con tal que havia de
            pasar con solo seis yndios: porque en su defecto vsaria de la facultad que tenia
            cifrada en dos Espejos para hazer bajar al sol de su emisferio, siempre que no
            lo reciviese, y respetase en aquella representación) a cuio oficio le contestó el
            Declarante que pasaria aberlo como queria. Pero que receloso de alguna inci-
            dia o que tubiese semejante virtud por arte diabólico pasó con setenta yndios
            y cinco fusileros, y entrando al quarto en que se ocultó, guardando silencio
            entre cortinas no obstante que tenia afuera del quarto diez yndios de comitiba
            despues de varias salutaciones que hizo sin respuesta de llamarle, y que el otro
            le contestó a que esperase al oir que gritava como niño por conciderar que
            fuese brujo lo arranco dentro de la cortina le dio de Puñaladas y lo hizo balear.
            Asegurandole antes de esta agresion que el motivo de no haber echo bajar el
            sol era porque havia hido con aquel numero de yndios, y no con los prebeni-
            dos. Que los yndios de Sicasica, cometieron el sacrilego asecinato del Padre
            Barriga, religioso de San Francisco con un rejon o cuchillo allandose distante
            el confesante sin poder remediar aquel exceso porque quando acelerado acer-
            candose a despedasarlos con vn palo ya le hallo muerto, sin mas arbitrio que
            haser recojer su cadaber y sangre difundida en la tierra y conducirlo a la Ygle-
            cia de Achocalla, donde lo mandó sepultar y haber asi mismo por ello castiga-
            do a los sacrilegos con azotes. De modo que por heso se retiraron a sus pue-
            blos llevandose las mulas de sus campos sin que se sepa ni aia incurrido en la
            muerte del clerigo Limachi, de quien se persuade estar vibo y de la de el Doc-
            tor Don Antonio Ramires de la Parra, cuia causa es falso lo hubiesen traido a
            su presencia al alto de San Pedro, ni tampoco tubo parte en la muerte del Cura
            de Songo don Feliz Guberto que la cometieron los yndios de Acachilaca, el
            mesmo dia de Jueves Santo, en que mataron al Padre Barriga. Por cuios crime-
            nes execrables resolbió abandonar la rebelión y entrarse a la ciudad como lo
            hiba ejecutando puesto que se bió hasta la casa yncendiada de la Aduana de
            donde lo arrebataron y retrocedieron los yndios de Callana hasta su campo.
            De aquel resentimiento de la muerte de dicho Cura, ynstó en separarse de la
            sedicion, y tomó el camino de Laxa en que fué detenido por una multitud
            crecida de yndias e yndios que le rodearon con excesibo orgullo de bozingle-
            ria de deprecaciones para no abandonarlos o llebarnos consigo hasta que se
            hallanó al regreso y continuacion del zerco. Que al Cura de Calamarca no solo



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